Ellas y ellos, los macarras de la moral son y van por la vida con intrigas, embustes y una vida, para ellos transparente, presumiendo ante la concurrencia, que les soporta, con la paciencia de santos con peana.
Exigiendo la razón para sí mismos y no escuchando otra opción sino la propia, sientan plaza, dominando la situación hasta el ridículo extremo, debido a su ignorancia supina y manifiesta.
Suelen jactarse de una inteligencia que no poseen, quieren ser los primeros, que no mejores, en todo y no vacilan es manipular conciencias, a la menor oportunidad.
Requieren constante atención de sus espectadores, juzgando implacables unas actitudes, inventadas por su mente aburrida y su vida vacía.
Son vengativos y persiguen a su presa u objetivo, de forma tenaz, hasta vencer su ánimo y conseguir la huída, que consideran como victoria personal, acrecentando su ego.
Carecen de la compasión y la empatía, con lo cual, sus actos, comentarios y acciones, pueden llegar a ser de una crueldad extrema.
Son tacaños en extremo, dan como privilegio, las sobras de lo que no quieren, ni necesitan y lo echan en cara, constantemente,incluso durante años.
Su autoestima, aparentemente alta ante los demás, oculta una gran insatisfacción personal, tienen grandes carencias afectivas y llegan a creerse un rol o personaje de docente o salvador social.
Gustan de mezclarse y relacionarse con gente selecta, creyéndose que son, incluso superiores en su propia realidad.
Su cobardía les lleva a realizar sus acciones, a escondidas, son grandes hipócritas y pretenden parecer perfectos ciudadanos/as, con vidas tan limpias como una patena.
La envidia forma parte de su diario, por hechos que, a veces, no tienen justificación. Eso sí, sólo a personas iguales a ellos, jamás inferiores o superiores, ni de tiempos pasados o personajes históricos.
Inventan a placer, especulan con desvergüenza, tergiversan con saña, difaman sin contemplaciones, con falacias que acaban creyéndose como verdades.
Verdades, claro, según estos personajillos, tan cómicos, de la doble moral.
Exigiendo la razón para sí mismos y no escuchando otra opción sino la propia, sientan plaza, dominando la situación hasta el ridículo extremo, debido a su ignorancia supina y manifiesta.
Suelen jactarse de una inteligencia que no poseen, quieren ser los primeros, que no mejores, en todo y no vacilan es manipular conciencias, a la menor oportunidad.
Requieren constante atención de sus espectadores, juzgando implacables unas actitudes, inventadas por su mente aburrida y su vida vacía.
Son vengativos y persiguen a su presa u objetivo, de forma tenaz, hasta vencer su ánimo y conseguir la huída, que consideran como victoria personal, acrecentando su ego.
Carecen de la compasión y la empatía, con lo cual, sus actos, comentarios y acciones, pueden llegar a ser de una crueldad extrema.
Son tacaños en extremo, dan como privilegio, las sobras de lo que no quieren, ni necesitan y lo echan en cara, constantemente,incluso durante años.
Su autoestima, aparentemente alta ante los demás, oculta una gran insatisfacción personal, tienen grandes carencias afectivas y llegan a creerse un rol o personaje de docente o salvador social.
Gustan de mezclarse y relacionarse con gente selecta, creyéndose que son, incluso superiores en su propia realidad.
Su cobardía les lleva a realizar sus acciones, a escondidas, son grandes hipócritas y pretenden parecer perfectos ciudadanos/as, con vidas tan limpias como una patena.
La envidia forma parte de su diario, por hechos que, a veces, no tienen justificación. Eso sí, sólo a personas iguales a ellos, jamás inferiores o superiores, ni de tiempos pasados o personajes históricos.
Inventan a placer, especulan con desvergüenza, tergiversan con saña, difaman sin contemplaciones, con falacias que acaban creyéndose como verdades.
Verdades, claro, según estos personajillos, tan cómicos, de la doble moral.
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