Irene ante todo era una mujer responsable y como muchas algo soñadora. En los pocos ratos que distraía su atención de su mañana organizada, se concedía un tiempo a sí misma, ante un montón de papeles apilados en una cestilla metálica, que esperarían por un rato ser resueltos aquella mañana, en su despacho.
Después de dar los buenos días a los compañeros de trabajo, colgaba su abrigo de lana gris marengo en el perchero de pié. Se sentaba y conectaba el ordenador a internet.
Leía la prensa digital, parándose sólo en las noticias más relevantes, le gustaba saber el pulso de la sociedad, ya que de alguna manera afectaba a la empresa en la que trabajaba.
Revisó su correo, lo hacía cada día y despachaba lo urgente de inmediato, eran asuntos simples, pero era ella la que tenía que resolverlos y lo hizo maquinalmente.
A veces le cansaba ser tan perfecta en todo, seguir las pautas diarias en el despacho, tomar un café en su descanso en el bar de enfrente, estirar las piernas y volver un rato más a cumplir con su horario, como los demás.
Subía y bajaba las escaleras siempre, aún habiendo ascensor en el edificio, lo había tomado como una costumbre para mantenerse en ágil y era una actitud que nadie comentaba.
Aquella mañana encontró, al bajar, una revista, sobre la baranda del rellano del piso bajo y le sorprendió que estuviera allí, seguramente alguien la dejó olvidada .
Volvería a por ella cuando la echara en falta su dueño, así que lo mejor era ir a tomar ese café que le daba la energía necesaria, para seguir afrontando su jornada.
De regreso del bar, en el hall del edificio donde trabajaba, bromeó con sus compañeras y les aseguró que ella llegaría arriba antes que el ascensor.
Inició su ascenso por las escaleras con ligereza y al pasar rozó la baranda sin darse cuenta. La revista cayó a su izquierda e hizo que Irene girara la cabeza y la viera en el suelo.
Era una revista de una Agencia de Viajes; quien la olvidó no había regresado a buscarla, la cogió y pensó en echarle un vistazo en su despacho.
Cuando acabara su trabajo, la dejaría en recepción, se dijo a sí misma.
Y hojeó ya sentada, su contenido con inusitado interés, pero fijó su mirada en un viaje que parecía interesante, era una excursión programada a Holanda en cinco días. Leyó más detalles del panfleto y su curiosidad siguió creciendo.
¿ Porqué Holanda? la respuesta era sencilla: Porque la tenía ahí delante de sus ojos, en vez de París, Roma o New York.
Cogió el teléfono, quiso llamar a Leo, decirle lo que había encontrado por casualidad, comentarle lo agradable que podía resultar un viaje de esas características, justo en aquel momento, para ellos dos solos.
No era mujer de caprichos de ese tipo, pero la idea del viaje se iba apoderando de ella, como si fuera una niña empeñada con su juguete ansiado.
Leo parecía no prestarle mucho interés a lo que le estaba diciendo Irene, hecho que hizo crecer la insistencia de su mujer y él le repetía una y otra vez que no podía dejar a sus clientes abandonados cinco días.
- Quizá más adelante. Dame tiempo Irene, ya sabes ... lo ocupado que estoy siempre.
Irene no sabía cómo convencerle que era una ocasión única, que quería hacer ese viaje con él y Leo se mantuvo en su postura con firmeza.
Ella respiró hondo, controlando su genio y con un tono seguro y pausado le dijo:
- Si tú no vienes, me iré sola. Tú decides, Leo.
Su marido la conocía bien, cuando ella quería algo el hacerle cambiar de opinión era esfuerzo baldío y tras un largo silencio al otro lado del auricular éste le dijo:
- Haz lo que quieras, Irene, ve si es tu deseo. Tengo que dejarte ... me llaman por la otra línea.
¡Un beso. Adiós!.
Lo pensó una y otra vez, ese viaje era un acicate para ella y faltar cinco días al trabajo, no le causaría problemas en la empresa. Disponía de una semana libre para asuntos propios que aún no se había tomado.
Flora se encargaría gustosa de atender en todo a sus hijos, Leo estaba fuera y todo era muy sencillo, cuando una se lo proponía.
Siguió los pasos de su impulso irrefrenable y llamó a la Agencia de Viajes. Tuvo suerte, un cliente había anulado su reserva la tarde anterior y su plaza estaba aún disponible.
Hablaron de los pormenores, del precio y del día de salida hacia Holanda. Anotó el número de cuenta corriente donde abonar aquella locura de viaje y realizó la transferencia virtual en ese momento.
No vaciló ni un instante y paso a paso iba estando más cerca de aquella odisea, en fecha inmediata.
Todo íba saliendo a pedir de boca.
En un rato, un sobre con el pasaje del avión y la guia de Holanda, llegaría con algún recadero de la Agencia a su despacho y acto seguido le envió a Leo un mensaje de texto a su móvil:
- Me voy pasado mañana a Holanda . Un beso. Te quiero.
No hubo respuesta a su mensaje, Leo era así, quizá más tarde la llamaría o tal vez no.
Holanda esperaba a Irene.
Continuará...
Dicen que si deseas algo de verdad el universo conspira para que lo obtengas. Quizás este viaje es lo que necesita Irene para ayudarla a conseguir aquello que quiere.
ResponderEliminarUn magnifico relato, felicidades
Curioso, las personas tan metódicas no suelen tener esos impulsos, por lo que cuando se lanzan, lo hacen con todas sus consecuencias. Yo hubiera elegido Roma.
ResponderEliminarUn beso
Esto suena a crisis de pareja y coincido con Jose Antonio, las personas mas organizadas la arman a lo grande.
ResponderEliminarVeámos como evolucionan los acontecimientos entre esos dos seres con problemas.
Un saludo.
Salvador
Bueno,poco a poco las piezas del rompecabezas van tomando forma,con delicadeza y firmeza va tomando forma de una manera sutil haces que los hilos se sus destinos tengan un punto de unión en un hotel,calle o quien sabe que inventará: Sea lo que sea seguro que una vez armado por ti tendrá la forma pertinente.¡¡Animo !! esperamos el venidero
ResponderEliminardemasiada forma diría yo. Estoy espeso perdón
ResponderEliminarjajaja te digo de tu viaje a holanda, eres r que r como yo y veras como Leo te acompañara. Veras un cosa curiosa, por razones quiero ir a ru blog pero no puedo grrrrrr toda la semana, y hoy por aquello de la casualid, que dudes que existe, apareciste delante de mis ojos. Esto me parece que tiene mensaje. Besos
ResponderEliminarInteresante relato, esperaré la continuación. Saludos Martha.
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