Siguieron su paseo un rato más, en unos curiosos comercios de marihuana o cannabis, droga legalizada en Holanda, en forma de caramelos, chicles y "chupa-chups" verdes. Incluso había cafeterías de infusiones de hierba y venta legal de las semillas para el consumo privado.
Dejaron para después de comer un paseo por el mercado de las flores, extasiando sus sentidos.
Tulipanes variopintos desplegaban toda suerte de colores ante la atenta mirada de los visitantes y curiosos.
En un impulso de galantería hacia Irene, Samuel eligió un bonito tulipán con los colores de la bandera española y se lo ofreció con respeto.
- " Hermosa dama, concédame la merced de aceptar esta flor de este humilde servidor".
Ella aceptó con gusto el gentil detalle del caballero y dejó que Samuel la depositara en sus manos.
Siguieron con el itinerario por unos mercadillos, similares al Rastro madrileño o al " Mercado de las pulgas" en París, donde la venta de segunda mano era algo habitual, desde ropa, discos hasta bicicletas.
Así se les pasó la tarde, en un suspiro, deleitando aquí y allá sus miradas y su curiosidad por conocer cuanto más pudieran de todo aquello.
No tenían preocupación por la cena, pues habían previsto reservar sus cubiertos, en el hotel donde se alojaban, sabedores de que posiblemente volvieran agotados de semejante caminata.
Samuel le propuso, ya en el corredor del hotel, un descanso merecido en unos sillones que parecían esperarles.
Irene asintió con una sonrisa de aprobación y eligieron sin saberlo el mismo tresillo de cuero verde, en un ambiente muy agradable; la iluminación de las luces con pantallas estaba regulada al mínimo, detalle que agradó a los paseantes.
Ella eligió uno de los sillones, se descalzó y estiró los pies sobre una mesita baja, con gran naturalidad, hecho que puso al descubierto una parte de sus esbeltas piernas, enfundadas en medias de seda negras.
Le preguntó algo preocupada a Samuel si alguien le llamaría la atención por descalzarse y descansar un poco.
Samuel se rió y le contestó mientras se sentaba a su derecha, en el sofá grande:
- ¡No!, ¡ Más bien agradecerían la oportunidad de contemplar tan bonitas piernas!.
Irene hizo un mohín simpático con los labios y dijo:
- ¡Vaya, vaya, qué adulador!.
Necesitaba un descanso, estaba agotada y se reclinó hacia atrás, algo más relajada, mientras cerraba los ojos un momento.
Samuel estaba sorprendido con el comportamiento de Irene y en muchas detalles era parecida a su esposa y aunque ella no pretendiera provocarle conscientemente, había instantes que daba esa sensación .
Pasaron unos minutos en silencio y al poco, ambos coincidieron en iniciar una misma frase, soltaron sendas carcajadas y se inició una complicidad sorprendente entre ellos, dando paso a una conversación de antiguos camaradas o confidentes.
Si hubo alguna barrera entre los dos, había desaparecido en aquel tresillo.
Hablaron más de dos horas de sus vidas y su historia personal, con total sinceridad y se sintieron cómodos el uno con el otro.
Aquella noche tocó a su fin y se retiraron a descansar, una vez acabada la cena.
Samuel despidió a Irene en el comedor donde cenaron.
La satisfacción de poder compartir con ella sus preocupaciones, le llevó a un estado de bienestar interior que apenas recordaba.
Había sido un día de muchas emociones y quedaban muchas más, tantas que ni las imaginaban.
Continuará...
Ahhh!!! Que romantico paseo!!! Maravillosa entrada llenita de mucho amor y ternura. El final te quedo de show. Gracias por compartir. besos
ResponderEliminarExcelente encuentro, los dos han sido muy afortunados ¿No creeis?
ResponderEliminarSaludos.
Salvador
El comentario de Jackie me ha arrancado una sonrisa, cuando dice: "el final te quedó de show", sólo tú y yo sabemos por qué.
ResponderEliminarInteresantísima la historia, como siempre me tienes atrapada.
Besos
Saludos y felicitarte por tu relato.
ResponderEliminarAunque lo has cortado dejandome una incognita.
¿Quien pagaba la cena?
Espero con curiosidad la continuación de esta historia.
Coki.
Muy, pero muy peligrosa situación, espero la continuación. Saludos Martha.
ResponderEliminarMe engancha la historia:)
ResponderEliminarUna situación peligrosa, como dice Marta, veremos como se resuelve todo...
Besos grandes, Inés.
PD: Espero poder entrar.
Irene no me lo pierdo, comparto con todos, peligrooooooooooooooo.besos
ResponderEliminarPerdon por el retraso en el comentario.Lo veo cada vez mas entrañable. Dando cada uno9 rienda a sus sentimientos y envolviendo los nuestros en espera del desenlace. La historia es tierna,dulce ¿Explotará?¿Dará u7n giro? o sequir´q en esa tónica .estoy ansioso de seguir leréndo
ResponderEliminar¿Mos tienes impacientes niña!
ResponderEliminar¡Sigue, por favor!
Un saludo.
Salvador