12.1.12

* Contrapunto ( 12 ) *






Laura, la mujer de Samuel, era feliz en el mundo en el que vivía, no era consciente de su enfermedad, que la arrebataba muy a menudo de la realidad. Su familia hacía verdaderos esfuerzos para ofrecerle una calidad de vida inmejorable y el amor inmenso que le profesaban.
Albergaban en sus corazones una pequeña esperanza y quizá algún día una medicina nueva les devolvería a la brillante mujer que fue en otros tiempos, a la amante perfecta de Samuel, a la madre de sus hijos y a la amiga de todos.

Irene se acercaba por fin a su casa y en el trayecto del taxi llamó a Flora diciéndole que había aterrizado bien y que en unos minutos llegaría a casa.
Había vivido unos días de ensueño, ni planeándolo lo habría hecho mejor. Samuel despertó un mundo de sensaciones maravillosas que estaban dormidas en su interior, a pesar que se repetía una y otra vez que amaba a Leo y a sus hijos.
La fiel asistenta se alegró mucho de su regreso y le fue poniendo al corriente de todo lo acaecido en su ausencia, mientras le servía un café expreso con unas pastas caseras.
No había sucedido nada extraño, excepto que Leo volvía tarde a casa, quejándose de que tenía mucho trabajo y su cara de cansancio así parecía reflejarlo.
Flora no preguntaba nada, Leo no dio explicaciones, ella se centró en cuidar a los niños y mantener la casa, tal y como Irene le había pedido. Su trabajo era impecable y su discreción patente.
Irene fue personalmente a recoger a sus hijos al colegio, abrazándolos y besando sus caritas, respondiendo pacientemente entre risas a todas sus preguntas sobre Holanda. Obvió claro está, la parte de Samuel, esa que sería sólo suya para siempre y puso énfasis en contar detalles de los dos niños que fueron con sus padres en el grupo de los españoles.
Sabía que sería un día intenso y lo estaba siendo. En unas horas había vuelto de Holanda a su normalidad, a su familia, a su casa y a su vida y sólo faltaba la reacción de Leo.
Tarde o temprano tenía que enfrentarse a él, a sus preguntas y las consecuencias para la pareja en adelante al  haber decidido viajar así, tan de repente.
Leo volvió a casa, pero no adelantó su regreso por la vuelta de Irene y los niños cenaron y se acostaron sin ver a su padre, como días atrás.
Un breve saludo a Irene, sin acercarse siquiera a ella, fue todo lo que recibió de su parte. Estaba serio y parecía flotar en el aire un cierto olor a alcohol.
No le preguntó nada y tampoco ella hizo nada por despertar su interés, pero si pensó que él ya daba por supuesto que Irene conocía sus devaneos amorosos y que ese viaje había sido un toque de atención, para que Leo supiera que podía perderla si seguía en esa actitud de ser infiel.
La confusión se apoderó de Irene mientras se preparaba para acostarse, por un lado deseaba hacer locamente el amor con su marido y recuperar sus besos de pasión, como en los inicios de su matrimonio.
De otro lado sentía un resquemor doloroso de haber sido infiel con Samuel y decidió que esa experiencia no le torturaría en adelante.
Leo parecía dormido cuando Irene se deslizó entre las sábanas y ninguno de los dos hicieron nada por cruzar ese pasillo inmenso entre los dos cuerpos en la cama, abrazarse y amarse.
Necesitaba con urgencia ser amada por Leo, poseída hasta la extenuación y buscó entre sus recuerdos más bellos, posiblemente para olvidar a Samuel.
Y se juró a si misma que nadie sabría su secreto inconfesable.

Continuará...









8 comentarios:

  1. Primero la riña, que hoy me he levantado más sargento de lo habitual: "hazme el favor de no tardar tanto tiempo en poner otro capítulo".

    A continuación te diré lo mismo de muchas veces, que eres nuestra Danielle Steel particular y, con eso, creo decirlo todo.

    Besos

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  2. Reafirmo a respuesta de Maria, no digo mas. BESOS

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  3. Uyy!!! Cuando abrimos puertas equivocadas las consecuencias son muy dolorosas. Personalmente no cre que se pueda olvidar de Samuel. Puede que si, que se yo. En esta historia debe triunfar el verdadero amor. Espero la continuacion. besos desde Puerto rico.

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    1. ¿Abrimos puertas equivocadas? ¿Tu crees? De una equivocación se huye... se le da espaldarazo y listo. Pero de un sentimiento no creo que se pueda huir. las situaciones en la vida necesitan madurarse y seguir los dictados del corazón y racionalizarlos con la inteligencia. De ahí sale un fruto que nunca sabremos si es amargo o dulce...

      Afectuosamente,

      José Ángel

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  4. Bueno... voy a entrar al fondo del advenimiento de ideas, al fluir de la imaginación que se pone a trabajar con la inercia que nuestra gran escritora nos imprime. Bien. Samuel tiene a su esposa cada vez más enferma. Es lamentable. Pero la medicina no avanza... y la vida, aún agarrándose a todo resquicio se va desmoronando y acabando... es así. Por otro lado, Irene ha de soportar la insensibilidad e ignorancia de su esposo que peca contra ella por "omisión". Eso es muy duro. Lo digo por experiencia propia. Es la tortura más cruel que en pareja se puede utilizar sin llegar a la física. Si eso es así... ¿Qué puede traernos el tiempo a corto plazo?

    Ahí lo dejamos... Y además Irene ha tomado una sabia decisión: Sellar la parcela de Holanda. Lacrarla de cara al exterior. Eso es respetar su interior y hacerlo suyo. Es una nueva vida interior. Es hacer del silencio tu motor para vivir cada día. De ahí saldrá algo...

    Va bien. Ansío el siguiente capítulo... a ver si mi intuición coincide con la trama de la escritora.

    Besos.

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  5. Bienvenida de nuevo Inés, te creía perdida en el ciberespacio.
    Esta situación es triste; Dos personas que se han eanmorado profundamente tienen que separarse y vivir al lado de otras a las que son indiferentes, aunque los motivos sean muy distintos.
    La verdad es que parecen haber llegado a un camino sin salida. Solo les quedará el recuerdo, una chispa efímera en sus vidas que, probablemente les haga daño por lo inalcanzable e irrepetible.
    De todas formas, creo que ninguno hubiera renunciado a esa vivencia maravillosa.
    Esperemos la continuación.
    Saludos
    Salvador.

    P.D.- Me apunto al comentario de María, ¡Nos has tenido en ascuas todas las fiestas y eso es muy cruel!

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  6. León, 13 de enero de 2.012

    Hola Inés:

    Después de un tiempo de viaje en el que desconecté de este mundo cibernético vuelvo por donde solía. Regreso a saber de ti. Moro, un día más, entre tus palabras, rodeado de las transacciones elementales que conformamos a través de nuestros escritos. Huellas delebles, las más de las veces, de lo que quisiéramos ser y que al extender los dedos no acostumbramos ni a rozar la esquinita dulce de nuestros sueños. El eco de nuestra voz se asemeja al canto del cuco. Ni cuenta nos damos cuando lo oímos, por ser su ausencia su mayor presencia.
    Y ¿ Qué tal por tu tierra ?. Te diré que por aquí continuamos como siempre, como ya supones, esplendorosamente bien. La salud, un año más, nos respetó y aunque no nos prodigue un exceso en sus mimos, justo es decir que tampoco nos hurta en demasía la sonrisa.
    Las Navidades, como ya es tradición, han sido una deglución de mariscos, carnes, bacalao, turrones, pastas, pasteles, polvorones, almendras, almendrados, vinos, sidras, cavas y qué sé yo cuántas manducas y piscolabis más que amenazaron romper los costurones que la estética da a entender como línea que no debiéramos rebasar, la línea imaginaria de flotación. De lo contraproducente, en definitiva. No sabría decirte cuál ha sido la etapa reina de este Tour gastronómico.
    Infinidad de abrazos, saludos, besos, deseos, parabienes y felicitaciones desempaquetamos en estos días de espumillones, nacimientos y árboles de Navidad de plástico, lazos y lucecitas de mil y más colores.
    Pero ¿ Qué quieres Inés ?. Así son estos días, estas celebraciones. Plácemes, cumplidos y congratulaciones. Afortunadamente, mientras hormigonábamos las viandas con los dos carrillos, usando la lengua como cinta transportadora de una mina en pleno desarrollo industrial, afortunadamente digo, no le dimos a la húmeda ese otro fin que, en estas reuniones entrañablemente familiares, es tan peligrosamente frecuente. No tuvimos discusiones dinerarias ni hereditarias, que por otro lado, serían de poca monta pecuniaria aunque sí, de elevada hipertensión, coronaria y lingüística.
    Mis padres se conservan bien físicamente, con los achaques propios de la edad. Mi madre pelea a diario con la artrosis que quiere vararla en la orilla, lejos de la playa. Donde los barcos dejaban de rendir económicamente, sacaban sus costillas a tomar el sol contemplando las jornadas que les quedaban coleccionando olas. Olas repetidas que se iban por donde habían venido. Un día sí y otro también.
    Sus días son como nieve de anochecer, de serenos copos. Subir no pueden, pero semejan sin fuerzas ni peso suficiente para buscar una rama en la que posarse antes de derretirse entre nuestros dedos. Como si la nada quisiera ser ella misma.
    Así les veo yo, desde hace un tiempo, quizás más lejano de lo que creo, quizás más próximo a mis lágrimas.
    El tiempo atmosférico, entre otras cosas, nos regala unas tardes más propiamente primaverales, que en su cortedad hacen infinitamente pequeño el tiempo de sol, brillos y ausencia de aromas. Priman los colores marrones, ocres y arcillosos. Al ponerse el sol, en contraposición, extiende su manto la helada.
    Arrebujo el sayo, calo la boina y me dirijo a casa de Alfredo, donde en su cocina vieja asaremos un chorizo en la lumbre, mientras chisporrotean los leños secos de roble. Hay que reconocer que los gochos este año le han salido mejores, si cabe, proporcionándole una matanza sumamente enjundiosa. Los maíces, patatas y berzas han dejado su impronta en los magros y tocinos.
    Una botella de vino o dos, si se tercia, dará más color a nuestras caras una vez recuperadas del relente. Sonrosados los rostros por el amor del fuego, el humo, el picante del pimentón de la " corra " de chorizo y el mencía del Bierzo contaremos algunos chascarrillos. Así se nos van tardes de enero. Acurrucadas. Después regresaré a casa fumando bocanadas de vaho.
    ...sigue...

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  7. ....sigo...
    Los chicos han vuelto a clase. Quisiera que a algo más que a subirse al autobús que cada mañana los traslada al instituto. Pero los estudios de los hijos guardan mucho parecido con los amores de nuestra juventud. No suelen pisar nuestro camino. Llevan otro sendero, con atajos que nos resultan, con el tiempo, extraños.
    Huelga decir que los Reyes Magos han sufrido un ERE y no han podido llegar a casa. Precavido, envolví el mismo masaje del año pasado, facilitando que mis hijos pudiesen colocarlo bajo la copa del árbol, guarecido de los sinsabores del olvido y de los apuros económicos.
    Me despido en esta ocasión de ti esperando que este año 2.012 sea generoso en alegría contigo, Inés.
    Enormemente satisfecho de tu amistad se despide de ti este amigo

    Joaquinito.

    Youtube Juan Luis Guerra Te regalo una rosa

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