8.10.12

* Tiempo *




Pasa el tiempo y no puedo hacer nada, pasa y sigue su camino, sin que le importe mi estar pausado.
No se detiene, no quiere aguardarme, lo sabemos  los dos y parece tener prisa.
Prisa por dejar atrás aquellos rayos impenitentes de sol, como queriéndose mecer en unas tardes tibias y somnolientas en cualquier lugar tapizado de ocres y hojas secas.
Ni siquiera me pregunta qué me pasa, quizá es porque quiere creer que no es nada preocupante.
Sabe que forma parte de un cambio en mi interior, un tránsito apacible que tocaba abrazar sin más contemplaciones.
Que vengo poco aquí, cada vez menos, que  me voy a la vida, con mis cosas, con mi gente.
Que quiero estar donde estoy, que lo he elegido porque me siento bien, que me llaman y me necesitan.
No te preocupes por mí, mi alma tiene la placidez que buscaba aquí y allá, la tenía delante y no la reconocía.
Las ilusiones siguen naciendo, sonriendo y viviendo en mis mañanas distintas.
Los sueños me acunan por las tardes en un reposo que me regalo, ante un café o un buen libro.
Las palabras duermen con mi desgana, una y todas las noches, en mi almohada, al abrigo de mis silencios.
Y en las madrugadas me acuerdo de que el tiempo pasa y el tiempo sigue y sigue... y se va de mí.