30.6.11

* A todos vosotros *







A todos, sin dejarme a nadie, porque todos sois importantes para que este blog funcione.
A los que me alentáis con vuestro ánimo diario, con vuestras preciosas y emotivas opiniones, que releo una y muchas veces.
A quienes prefieren pasar desapercibidos y simplemente leen y se marchan.
Gracias, incluso a tí, que a veces  no entiendes porqué soy así, cuando escribo.
Gracias por hacerme el honor de venir, al que llamo mi rincón preferido, entre cables y letras.
Tenemos una cita cualquier día de éstos, aquí.
Entretanto, os dejo que disfrutéis con lo que escribí, desde mi primer día hasta la última fecha impresa.
Me tomo un descanso merecido, para buscar nuevos cielos y mares aturquesados.
Buscaré descanso para mi alma y mi cuerpo, es  hora de disfrutar.

Volveré y os espero a mi vuelta, a todos vosotros.











28.6.11

* ¿ Por qué ? *

Me gusta venir a charlar contigo,
aunque no te presentes,
temo robar tu sueño,
dudo si ocupar el tiempo,
que nada entre tus vigilias.
Eres un raro y preciado regalo,
de la casualidad que retoza remolona,
con tu soledad o la mía.
Aparece de improviso en la vida,
llevándonos con ella,
como una ola agónica, que fenece en la playa.
En el fragor de la marea,
emergen controversias, dudas y sueños,
sin su réplica, cuando sé que me escuchas,
y cuando eliges silencios.

¿Sabías que la esperanza escoge siempre el lado claro de la vida?
¿Sabías por qué el cielo no es rosa cuando amanece?.
¿Pensaste alguna vez, tan siquiera, por qué los libros huelen tan bien?.
¿Por qué la lluvia es fría y transparente?.
¿Sabías por qué el sol no quiere a la luna cerca?.
¿Pensaste como yo, por qué olvidamos el último beso y evocamos aquél primero con total nitidez?.
Y, si tu sabías que el mar es inmenso, ¿por qué cada vez que lo miras, te preguntas asombrado, si podrías alcanzarlo?.
¿Por qué cuando miramos unos ojos verdes, no son como cantan los poetas?.
¿Por qué deseamos una mano suave por un rato, para tomarla con mimo, si tenemos las nuestras?.
¿Por qué creemos saber tanto, si sabemos tan poco?.


O, ¿ por qué los amaneceres son tan efímeros, si son tan bellos y distintos?.
Y, ¿ por qué si suspiramos nuestros ojos se empañan?.
¿Por qué el corazón no escucha y late alocado, cuando la razón previene?.
¿Por qué la vida es tan dulce y tan amarga?.
¿Por qué los besos en la boca saben a vainilla y a cielo?.
¿Por qué te acercaste de repente y paseaste a mi lado?.
¿Por qué eres feliz, como un niño sólo a ratos?
 .
¿Por qué nos sentimos en buenas manos si no las juntamos?.
¿Por qué las risas son tan comedidas y no se sueltan el pelo?.


¿Por qué de tantos por qué?
Tengo esos y tantos más, más hoy respondeme tú a éstos.








27.6.11

* Ausencia elegida *

De vez en cuando la vida, nos reclama, con sus cosas y hay que darle sus momentos.
Nos invita a sus paisajes que están desde siempre, componiendo sus colores a capricho, a la espera de nuestra mirada emocionada.
Hay que hacer con mimo el equipaje, ordenando las ilusiones y dejarse llevar por las horas y los días.
Mirar el mar si se deja, escuchar el vaivén de sus olas turquesas, muriendo al regazo de la playa.
Trazar con el dedo en la arena tibia corazones y locuras, antes que una ola traviesa los difumine con su espuma.
Cobijarse, a la sombra del mejor árbol de la vida, de los rayos de sol, que nos queman el alma.
Inventar sueños dulces de besos eternos, que surgen del fondo del mar.
Escuchar el runrún de las tardes tibias, de gente con la prisa del estío.
Mirar el infinito, que parte en dos el cielo y la tierra, entre suspiros leves, sin más problema, que el de seguir caminando.
Tomar el tren de la vida, porque toca subirse y pararse en ningún sitio, a meditar.
Cerrar puertas y ventanas del pasado y vivir la jornada que nos brinda el presente, que impaciente pide su oportunidad para abrazarnos con ternura.
Vaciarse del todo, sin contemplaciones, llenar de savia nueva nuestro interior, que quiere su parcela, por derecho.
Saber que todo puede mejorar, cambiar y que las fuerzas se descubren dentro porque existen y que nadie las vende, ni las regala.
Pensar que te pueden echar incluso de menos, cuando no estás y cuando faltas de los rincones en los que siempre andas, soñando y plantando las tímidas violetas, en soledad.
Y se vuelve, después del silencio, a tus queridos amigos, que te intuyen y te esperan, después de la ausencia elegida.
Siempre que una desaparece, de forma inesperada, vuelve.




- Nota:  
Este escrito es de hace unos meses, pero hoy me apetece meditarlo de nuevo y que cobre vida.




23.6.11

* Imaginarte *

Imagino que te robo por un rato de tus cosas y me acompañas a pasear, por tu playa desierta en el ocaso .
Me encanta recrearte en mis sueños,
cuando te invento como quiero y tú me lo permites.
Te agarras a mi hombro, sin mediar palabra alguna, caminamos descalzos marcando las pisadas paralelas.
Me acomodo a tus pasos, sobre las olas que mueren en su espuma, difuminando nuestras huellas de inmediato.
Llegas en silencio, como siempre y leo en tus ojos esa mirada que entiendo como nadie.
Tú, con tus cosas y tu vida, cuando estás cerca de mí, las olvidas este instante.
Yo, con mis melodías y mis tiempos, cuando estoy cerca de tí, te tengo y me lo creo.
Tú, que me miras en silencio.
Tú que me conoces por entero, lo que pienso y lo que callo, tienes un sitio preferido desde siempre.
Eres el milagro de mis besos, cuando paramos en seco el tiempo y olvido lo que la vida me niega.
Abre las puertas de tu corazón y en él escucharás mi voz, que te habla desde siempre.
Préndete a mi cintura y déjate llevar, como las olas que contemplas , en la playa de mi abrazo enamorado.
Concede sosiego a mis anhelos, en esta mañana tan azul como tus ojos claros.
Evoco tu vuelta cada día, mi luz te busca cada amanecer entre las olas, que sin ti no me interesan.
Te pienso sentado en la arena conmigo, mientras te hablo de mi amor y tú me miras en silencio.
Perdoname por ser así, por inventarte cada día, con este amor que es sólo mio.
El camino de mis sueños está sembrado de besos en tus labios, la meta eres tú y me complace que así sea.

Perdoname si te canso con mis cosas, por quererte tanto y por amarte a mí manera.
Me faltas, te extraño con las olas de mis mares, con el cielo de cada mañana.
Saben todas ellas que me llenas, que me matas y que me das la vida, si te acercas a mis ojos.
Eres más que la distancia, mucho más que besos dulces en la noche, más que un capricho a media tarde.
Eres, soy, vengo y vienes a mí, con tus sonrisas.
Sueño sin nostalgia, con tus manos que me sedan, con mis besos que te esperan.
Cuando te acercas a mi alma y acaricio tus dudas, sé que olvidas tus miedos por un rato y que tendremos otra cita, otra noche, bajo la luna blanca.

Y despierto ya de mis sueños, como cada mañana, sin tus besos, sin tu voz, pero con la certeza de que eres tú, cuando te extraño todo.






22.6.11

* Tú *



Cuántas veces te busqué en las arenas de tus mares y no te reconocí, esperándome en tus sueños.
No te descubrí de nuevo en la huella de las nubes, que dejaban sus señales, una noche tras otra.
Cuántas horas desgranando mis suspiros frente a la misma luna, sin saber que tu también la contemplabas.
Tantas melodías mordían mi razón, una y otra vez, envolviéndome en ese perfume de abrazos inventados  sólo para ti.
Acallaba todas aquellas canciones porque llegaron a dolerme y quise olvidarte deprisa, pero no pude.
Toda mi paciencia hilvané, letra tras letra,  palabra a palabra tejí mis recuerdos dulces, sólo contigo.
¡Qué de sueños nacieron silenciosos en mi alma, volviéndose mariposas traviesas en mi estómago, cuando pensaba en ti, sin planearlo!.
Eres mi trocito de cielo, en la vida que dibujé noche a noche contigo, a través de mis trazos, en mi rincón preferido.
Eres mi sueño perfecto, lo sé y me basta.
Guardo con mimo en mi alma el color de tu mirada, para mirarme de frente en tus ojos algún día e inundarme con  tus besos.
Todo está ya en su sitio, ya no hay dudas, ni temores, ni silencios, ni preguntas sin respuesta.

Me falta sólo una cosa, para completar mi dicha en mi propia realidad:
 -¡Tú!.











21.6.11

* Frío *


Tengo frío dentro y no estás para abrazarme ahora.
¡Qué no daría yo por verte!
Tengo dudas y me faltan tus besos para asegurarme, de que no fué un sueño.
Mis manos  están vacías de tí y te busco en la serenidad de mi alma.
Tengo sueños y tu los sabes, me conoces bien.
Me pregunto si estás aún, si me olvidaste o si ya no soy nada de nada.
Pienso, claro que pienso en tí, sin proponérmelo resurge tu recuerdo.
Pero no tengo respuestas, solo silencios que me arañan.
Estoy tranquila, pero me sigues faltando y mi razón no se rinde.
Ganaste tú, con tu marcha y tus decisiones mudas.
Mis ilusiones se truncaron de pronto y mis sueños contigo dejaron de inventarse, porque ya no te siento junto a mí.
Perdí yo, perdí todo.
Te perdí a tí y tengo frío, mucho frío.
 








20.6.11

* Luz *



Mi corazon llena ahora mismo de luz mi rostro y siento una gran ternura.
A estas alturas de mi vida me gusta paladear esta sensación que percibo en mis latidos.
Es mi manera de decir las cosas, de  hacer hablar a mi corazón , en cada día que estreno.
En él no hay miedo a la sensatez, ni le asusta mezclar la ilusión con tres sonrisas que surgen solas al mirar la vida.
Sonrío porque tengo lo que quiero, sonrío porque el rincón al que vienes a visitarme está precioso.
Mi tercera sonrisa es porque eres tú, quien la provoca cada día, aunque no te lo diga.
Tú, siempre tú, con tu mirada curiosa, me regalas tu magia, me das la mano para continuar esos sueños que  me saben a vainilla y a canela.
Brillas en mis cielos, todos ellos y me gusta sentirme en tu universo sosegado, cuando me dejas que lo asalte.
Eres fiel a nuestra cita cuando la noche nos sorprende, paseas conmigo por mis playas de locura y  modelo las palabras primorosas que devoras con tus ojos.
No quiero sino verte desde mi ventana sonriendo, hoy y siempre.
Da igual donde estés y lo que hagas, dejo prendida mi lamparita de luz, para que sepas siempre que luce por tí.
Mi luz es del color  de la esperanza, del perfume de sol cuando aparece.
Suenan siempre melodías dulces, de susurros de fuego y  arpegios de paz.
Búsca mi fulgor, está aquí.









19.6.11

* Ocaso *


Hoy apareció un día brillante, el sol casi ciega mis ojos, en esta mañana calurosa y presumo que será un día lánguido, para pasear cuando caiga la tarde y se pueda respirar un poco por las calles que conozco bien.
Extraño el frescor ambiental de las playas que adoro, haciendo cosquillas en mis pies, en mis paseos de tarde.
Añoro el aire húmedo en mi cara y esa sensación de paz que me embarga, cuando decido ir.
Prefiero el final de la media tarde, cuando el sol baja con parsimonia, a mirarse en las aguas profundas del océano.
No me expongo a mediodía y me protejo de sus rayos, leyendo mil historias en una generosa sombra, que cuida mi piel sensible.
Espero que pasen las horas y llegue la ternura de su ocaso diario.
Ese momento es especial para mí y me embobo en su majestuosidad, sentada en la arena, sin más prisa que decirle  hasta mañana.
He contemplado unos cuantos y no hay ninguno parecido a otro, ni en tiempo, ni en tonos rosas y anaranjados.
Necesito sentir el abrazo de sus aguas cristalinas, el rumor del vaivén de sus olas sedaba mi alma.
El color casi blanco de la espuma, cuando muere en la arena imanta mis momentos, sin palabras.
Su ocaso es el mío y nos entendemos bien, cuando a solas, nos contamos íntimos secretos, de tú a tú.

¡Falta poco para ir, pero me parece tanto!.


18.6.11

* Sin palabras *



Hay veces que las palabras tienen que guardar silencio y ésta es una de ellas.
A todos nos dijo algo esta melodía en un momento de nuestras vidas y me apetece compartirla.
Y acallar mis letras, en este bello momento.
No son necesarias.
No hace falta sino volar, como yo suelo hacerlo en mi rincón favorito, cuando vengo.

Disfrutadla, es mi elegida en esta noche que me abraza.







15.6.11

* Olvido *

He tomado el camino del olvido, aunque me muera por dentro, nunca más iré a buscarte a la orilla de tus noches.
Me culpo sola y no a tí, de haberte amado, sabiendo que eras agua en una cesta.
Resurgiré, debo hacerlo valientemente, sin lágrimas, sin sufrir más, en la senda que hoy comienzo, con las fuerzas que me restan.
Quiero olvidar y olvidarte, es hora de acabar esta locura y seguir con la vida de mi vida.
Cerraré mi corazón a aquellos suspiros, que a lo lejos intuí como ciertos.
No te esperaré más en la noche clara, ni le diré a la luna blanca mi nostalgia, para que te la lleve a tus sueños.
Ya toca alejar este espejismo, hundirlo en el fondo del mar aturquesado y volver a sonreir cada mañana, como antes de mi pena.
No te busques más en mis letras, porque ya no son tuyas.

Ojalá que encuentres lo que buscas.
Ojalá que tú ames tanto algún día y ojalá  que te devuelvan lo mismo.

Soy tu olvido y tú ya eres el mío.



11.6.11

* Gracias *



No creas que soy melancólica o que mi días son todos grises, porque no es así.
Tengo pocos del color de la lluvia cuando llega la noche y apenas se me notan.
Hay formas de ver las cosas, tantas como colores tiene la primavera que brota a su capricho.
Impregnan el ambiente con aromas que no es posible describir, pero que están ahí instalados en mi memoria.
Mis recuerdos, los que quiero, son bellos y por eso los grabé a fuego lento, en un sitio muy especial de mi corazón.
De cuando en cuando, se despiertan sólos y me hablan de aquellos días ilusionados, cuando mis ojos brillaban como dos estrellas fulgentes.
Juntos paladeamos con ternura lo que fué o lo que pudo haber sido.
Hay amores que dejan una huella  imborrable, en el corazón de una mujer.
Regalan al olvido la parte del fracaso y cobijan su recuerdo dulce con ternura de cielo.
Son instantes breves pero entrañables, sin preguntas y sin respuestas.
Vuelven a mi mente, con aleteo de mariposas y me trasladan a aquel lugar  y a aquellos besos.
¿Cómo estar triste u olvidarlo si fué tan bello?.
Tengo mas bien que decir que fué precioso lo que yo sentí.
No pude ser de otra manera que la que fuí, cuando estuve casi a tu lado.
Gracias por regalarme aquellas sonrisas tuyas, salpicadas en la noche estrellada.
Fué tan fácil descubrirte en el cielo, que  todo se puso de nuestra parte y fué verdad contigo.
Gracias por dejar que guarde tu recuerdo entre mis sueños, sin nostalgia.
Gracias por hacerme sentir ilusionada, por regalarme tus manos y acariciar mi alma cuando lo necesitaba.

Gracias, cariño mío.




10.6.11

* Único *


¿Por qué te hice único entre todos los demás?
¿Por qué a estas alturas de mi vida, si mis planes eran justo lo contrario?.
Rebasaste el muro que separa mi razón de los sentidos, con tus palabras y silencios.
Te adueñaste de mi sosiego inquebrantable, sin que yo me diera cuenta.
No sé qué pudo pasar, no me preguntes.
No tengo respuesta alguna, pero eres único en mi alma.
Envenenaste dulcemente mis razones con tu magia y tus sonrisas.
Sigues siendo único, en mis suspiros que estremecen mis recuerdos, si te pienso.
No existe ya la dicha de tenerte entre mis brazos, ya murió, con mi esperanza.
Ya no sueño en pasear de la mano contigo, por la playa que contabas.
Eres único y lejano y aún me duele un poco pensar en tí, cuando te extraño.
Sigo creyendo en la magia de un milagro. En que vuelvas a mirarte en mis ojos con los tuyos, si vencieras los fantasmas que te alejaron de la vida de mi vida.
Fuíste simplemente todo para mí, en esos bellos días que se fueron como el viento, sin tenerte tan siquiera entre mis brazos.

Mi corazón y mis recuerdos siguen vivos por ti, porque eres único.









9.6.11

* Pensamientos *

Acabo de volver de dar una vuelta por mis blogs amigos, no todos, sino me llevaría la mañana completa y me da por pensar en éste que leéis.
Pocas personas comentan y eso me hace pensar que mi línea, no es interesante o no es lo que la gente prefiere leer.
Ni se me ocurriría cambiar la plantilla y que se fuera todo al traste, me costó muchísimo esfuerzo tenerla como está hoy.
Nunca había pensado tener un blog personal, pero soy muy inquieta y un día hice un simulacro y empecé como la que no quiere la cosa y aquí estamos ya.
Posteriormente y como escribía en otros dos blogs amigos, pensé que podía guardar mis escritos en el que había abierto.
Tenía cierto temor de que acabaran perdiéndose y les tenía mucho cariño.
El título no acaba de convencerme mucho, porque no sé si mis cosas son las vuestras o no tienen nada que ver.
Siempre que voy a otros me fijo mucho en el diseño, en las pestañas y la decoración que le han imprimido al suyo.
Me dan ideas para mejorar el mío, aunque no soy partidaria de recargarlo mucho, me gusta lo simple, porque no distrae la lectura.
Pasito a pasito está como lo veis hoy, con muchos problemas de concepto, ya que el lenguaje html no lo entiendo demasiado.
No digamos nada del inglés, idioma universal, que trato de entender y traducir, pues luego he de aplicarlo en los gadgets que intento subir.
Me gusta el color azul, sobre todos los demás, el azul  del mar y el del cielo a mediodía y por eso lo elegí.
Hay días que no se me ocurre nada y otros que las teclas van solas, pero siempre es conforme esté el tono de mi corazón, cuando amanece.
Otros, muchos de ellos, pienso si resulto empalagosa, repetitiva o si debiera contar cosas mías, pero tengo miedo de ser malinterpretada o incluso juzgada y condenada, si se me lee con malos ojos.
Soy tremendamente sensible y me afectan casi demasiado cosas, a las que no debiera darle importancia alguna y más en este medio virtual.
Me guío por la improvisación diaria y no por emular alguna poesía o escrito de otras personas, ni en el todo ni en parte.
Cuando decido empezar el que inicio, no hay referencias, sólo sensaciones interiores y un poco de tiempo para que las letras me hablen y me cuenten algo que sea lógico.
No guardo en papeles, ni libretas nada, ni reseñas, ni ideas. Escribo, subo, pongo la imagen que se parezca a lo que quiero decir y poco más.
A veces, ni yo misma me creo que ha salido de mi mente lo que está guardado en éste blog. Tengo días buenos, regulares y malos, como todos.
No pretendo emular a escritores célebres, ni a poetas consumados, ni a blogueros que se expresan tan certeramente que me asombra su gracejo, eso lo tengo muy claro.
Soy yo, Inés, una mujer sencilla y complicada a la vez, perfeccionista y con ganas de contar alguna cosa, a mi manera.
Me gusta siempre escribir al son de una canción, elegida al azar, quizá me influye, no lo sé, pero me gusta que os guste y con eso me basta.
Me entristece un poco la gente que no deja su firma, cuando me lee, pero entiendo que es su decisión, pero así no sé que estuvieron y si les gustó o no.
Tengo muchos días que pienso si merece la pena seguir y si lo hago es por vuestros ánimos, a veces se agotan las ideas y la vida me reclama insistentemente.
Tener un blog significa una  gran responsabilidad para con los lectores. Intentar día a día, dotarlo de una calidad de contenido y sobretodo, ser perseverante y no dejarlo solo.
Trato de reflejar quien soy, a través de mis ensoñaciones inventadas siempre, en paisajes bellos, con todo mi corazón, que lo derramo en cada letra que escribo.

Y como vine, me voy, hasta el siguiente escrito, os dejo toda mi ternura y mis inquietudes.
Buenos días.





8.6.11

* Inés *

No puedo remediarlo.
Es escuchar una melodía que me gusta y mi pensamiento despliega sus alas blancas por completo.
Se despierta Inés y extiende sus majestuosas alas en un cielo cualquiera, que le invita aconocerlo.
Los pies dejan de tocar la tierra firme y el cuerpo se vuelve tan ligero como una pluma, flotando en el aire a su antojo.
Ya nada de lo que deja atrás  importa ahora.
Sólo su vuelo, en pos de  mares del color de las turquesas.
Nubes de  blanco algodón, en las que se para a contemplar la siguiente o la anterior.
El único testigo de su aleteo es el viento colándose  en sus cabellos sinuosos, como  si fuera una caricia.
La razón que le acompaña siempre en su vuelo, cambia cuando quiere, a voluntad, según el cielo y el vaivén de la brisa.

Ella es parecida al sonido del agua, avanzando por las rocas, sin destino ni final.
Es el ulular del viento, en la cima más recóndita de cuantas pudo imaginar, sin frío, ni temporales.
Puede sentirse tan etérea como el susurro de una guitarra, que despacito desgrana una bella canción.
Su piel se emociona rodeada de mil estrellas rutilantes, con la majestuosidad de su ensoñación elegida.
Y su alma rezuma paz, cada segundo de todos ellos.
Sus alas, las de sus sueños, son el modo de dejar atrás lo que no le gusta, para siempre.
Volar alto, muy alto, donde todo es calma y donde ella soy mucho más ella.
Ella sola, sin preguntas ni pesares, a su antojo.
Sin relojes, ni tormentas, vuela... porque es Inés y sabe hacerlo.



7.6.11

* Mi pc *

Mi portátil,  el jueves pasado, mi compañero de trabajo, dejó de funcionar, su corazón o disco duro se paró, ¿ habrá tenido un infarto?.
Yo lo cuidaba como a un niño pequeñito, la pantalla siempre estaba brillante e impecable.
Le pasaba un pincelito, para quitar las partículas que pululaban por el aire y osaban posarse en las teclas.
Lo refrigeraba con un ventilador externo, para que no tuviera calor y trabajara a pleno rendimiento.
Y, a pesar de mis cuidados, el ordenador se negó a arrancar más, sin previo aviso.
Me cuidé muy mucho de virus perniciosos, de reenvios de autoayuda y felicidad, de programas mágicos para optimizar su rendimiento, limpiaba fielmente las cookies y a pesar de todo eso, me falló mi pc.
Lo compré en una tienda de prestigio y no imaginé nunca que, a los pocos meses me diera tantos problemas.
No objeté nada con el precio  estipulado y dispuse con el vendedor, pagarlo en cómodos plazos, con el consabido interés por la demora, pero era mi  opción posible si quería navegar con cierta calidad y velocidad.
Un año de plazos sí, pero también la tranquilidad de que mi compra era avalada con dos años de garantía, por un establecimiento que tiene corte y es inglés, como si lo España no tuviera buenos modistos de altura.
Sería más chic  y sonaría menos a  pandereta, guitarra y castañuelas y así se llama desde hace muchos años.
Cuando un aparato se para o ,es por viejo o viene defectuoso de fábrica.
Así que la copia de seguridad no pude hacerla, tampoco me preocupé en su inicio. Fallo mío, lo reconozco, perderé todos mis recuerdos y archivos informáticos.
Me ha costado varios días ser candidata para una reparación del aparato en la casa oficial, pero he superado todas las exigencias necesarias y estoy algo más tranquila.
La factura gracias al cielo, la guardé archivada y se me pide una copia legible de ella, para comprobar que no es robado y que soy la dueña del pc.
Al hacer la fotocopia se supone que sale " casi igual", pues no, entre que la tinta de la factura original era pobre y escasa y que las copiadoras son malas, me surge el problema de que no se aprecia nada a simple vista.
Escanear, más de lo mismo, con lo cual mando la fotocopia más parecida al original y ya veremos si les parece bien.
El embalaje no es moco de pavo, ha de ir envuelto en doble capa de papel pastificado con burbujas de aire, con su dirección y un número de incidencia.
¿Y dónde está el dichoso número?. A llamar de nuevo a un 902.
Para llegar aquí, a la fase previa al envío, me he pasado 26 minutos de reloj con un operador lánguido, con acento extranjero,que me ha hecho demostrarle que el pc no arrancaba , por teléfono, cosa que me ha parecido surrealista.
Tímidamente, como el que no quiere la cosa, le he preguntado que en cuánto tiempo estará, mi compañero de navegación listo para soltar amarras.
Casi se me cae el teléfono de la mano, cuando me dice el "asistente técnico" que no menos de tres semanas, contando sólo días hábiles.
Y, ¡no vienen hoy no!. ¡Eso sería ya un milagro!.
He de ponerme a una supuesta cola de clientes con averías y ya me llamarán una hora antes de pasar por aquí para su recogida.
Tengo dos días para embalar, con primor y burbujitas mi portátil, desearle que se restablezca del todo y calculando... calculando el 7 de  Junio, seremos de nuevo un equipo.
Sigo de momento con mi "600", un portátil viejo y cansado, con el que os escribo. Lento como el caballo del malo, pero fiel, porque está y estuvo a las duras y a las maduras, como un buen amigo que se precie, en mis malos momentos.


3.6.11

* Delirio *


Mi nombre es Paula.
No sé que me sucede, por qué estoy así.
Me siento perdida, los días son todos iguales, no encuentro salida, no sé ni siquiera buscarla.
No puedo llorar, pero recuerdo que sabía. Sé cómo sabían las lágrimas, eso sí, saladas y amargas.
Mis recuerdos se fueron, no los encuentro, sólo cuando encuentro una foto y trato de recordar.
Hay que comer, me da igual cualquier cosa, miro el reloj, miro el reloj siempre.
Necesito un abrazo, pero no sé pedirlo.
Me siento perdida, como una niña pequeña y no quiero estar así.
Mi vida es gris, pero no recuerdo qué se rompió dentro de mi cabeza.
Nadie me explica nada, miro y no sé a qué, se me olvida.
Hoy, mañana, ayer, ¿qué más da?.
No sé cuando fuí bella y si lo era, no recuerdo un te quiero emocionado, no tengo nada... soy un espectro de mí misma, encerrada en un cuerpo de cincuenta años.
Adormecida por las pastillas que no me hacen nada, no mejoro y si las dejo no soy nadie ya.
Me siento perdida y pasan las nubes de algodón deshilachado, detrás de los cristales de la cárcel de mi fracaso.


Una mujer buena, Paula, habla así, a días, a su propia conciencia, no tiene respuestas, ni una sóla.
Se equivocó muchas veces, como todas nos equivocamos, pero ella estaba sola y no sabía lo que le sucedía.








Paula nació en una fría sala de hospital, sin más ayuda que sus esfuerzos débiles, por asomar a la vida.
Abrió sus grandes ojos negros muy despacio, tiritando como una hoja , mientras la silenciosa nevada era testigo directo, de cómo nacía la niña de piel sonrosada.
Sus hermanos fueron compañeros de juego, mientras Paula íba creciendo muy despacio.
Apenas sonreía, era asustadiza y jamás protestaba si ellos bromeaban o se escondían entre risas de niños.
Era dócil, silente, jugaba con una muñeca, a la que cepillaba el cabello con una ternura indescriptible, a los ojos de su hermana mayor.
Fué al colegio, como cualquier niña de su edad, pero le costaban los números y temblaba si no sabía la respuesta.
Cada mañana, su hermana se encargaba de llevarla hasta la puerta del aula, como parte de su responsabilidad, hasta que quiso ir por su cuenta y camino al colegio.
No destacó en nada, se le hacía un mundo el estudiar, pero nadie lo supo y menos aún aquella hermana, que no la entendería hasta su estío.
Su madre decidió que quizás, ser secretaria, sería mejor que perder el tiempo con los libros.
Decidió mucho por ella, quizá demasiado y Paula no se rebelaba.
Su carácter débil contrastaba con el de su hermana, que era muy independiente e ignorante de su tragedia interior.
Y conoció o creyó conocer el amor, con sus dieciséis años de silencios y miedos secretos.







Paula, como toda adolescente se miraba al espejo, antes de salir al encuentro del día que se le presentaba, difícil.
Vestía con colores discretos, como ella, pero destacaba su melena azabache, reposando en sus hombros, como una cascada serena.
Reposaba su carpeta de apuntes en el brazo izquierdo, cobijando su corazón que empezaba a palpitar con latidos de princesa.
Los muchachos de la plaza, que miraba Paula de soslayo, se avisaban entre ellos a su paso, murmurando sus maneras y su timidez manifiesta.
La inocencia de unos y otra se convirtió en un saludo habitual, con sonrisas tímidas de ella, apretando el paso, sin pensar nada más que en la hora del timbre.
Debía llegar con tiempo suficiente al centro donde estudiaba algo que le gustaba y que no se le resistía demasiado.
Quería agradar a su padre, ¡tan exigente con ella desde siempre!. Ofrecerle buenos resultados, encontrar una colocación y ...
Planes,planes que, como abanicos, le dieran la posibilidad de un aire nuevo a su vida.
Cursó con resultados más que aceptables de secretariado y con el orgullo que sentía al contemplar su título, empezó en la vorágine laboral.
No tuvo suerte, no por ella, sino por la picaresca de los que eludían contratos serios, con la excusa de las consabidas prácticas de prueba, antes de nada formal.
No dió con un jefe justo, o no supo encontrarlo y pasaron dos años de infructuosos pasos, sin ese puesto merecido.
Cada mañana, tenazmente, emprendía la solución de su vida, como creía, sin consejos, sin ayuda de sus padres, sin el conocimiento de sus hermanas, con las que apenas charlaba de sus inquietudes y sus sueños.
Eran sus hermanas, muy distintas a Paula y ella se refugió en un mundo interior lentamente, sin participar de las ilusiones que nacían en sus corazones femeninos.
Tres corazones de mujer tan distintos, latiendo cada uno a su antojo, pero el de Paula no tenía un nombre grabado a fuego aún.
Todavía no.








La casa donde vivía Paula sus días adolescentes, era amplia, soleada y en una altura muy respetable.
Sus hermanos varones solían, por esta época, hacerle bromas de cuando en cuando, que ella soportaba con resignación manifiesta.
Dormía con su hermana pequeña, que la entendía un poco mejor que los demás, aunque no del todo.
Solían ambas bajar a la plaza, rodeada de bancos de madera y forja, a charlar con chicas de su edad, entre risas y codazos, si algún mozo les acompañaba, en la tarde de verano que las contemplaba.
Enseguida había preferencias por alguno recién llegado a la ciudad, intercambiaban entre ellas opiniones y quedaba claro quien era para quien, sin consultar al elegido.
Paula, no eligió, ni por asomo. 
Sus pensamientos le aseguraban que ella no era la candidata ideal y callaba, siempre callaba, sentada en el banco de la plaza.
Los días, como las nubes, fueron pasando lentamente, dando paso a una amistad en grupo de las curiosas chicas y los insinuantes mozalbetes.
Y Paula notó un cambio en uno de ellos, que procuraba sentarse cerca de ella, siempre que podía. 
Se estremecía cuando le veía aparecer, cada tarde, perfumado y con su sonrisa de galán de cine.
El tiempo hizo que confirmara que era ella que le gustaba y no otra.
La música de la época selló su primer beso de mujer, cuando ambos se mecían en la pista, abstraídos en sus pasiones principiantes.

Su hermana pequeña y ella decidieron pues, salir a solas con ellos, como pareja, a partir de entonces.
Fué un verano dulce y distinto, Paula floreció como mujer . Su belleza escondida se manifestó ante propios y extraños y fué comentada en el barrio, por las aburridas vecinas del patio.
No hubo nada que recriminar a Paula, sólo se había enamorado y se le notaba demasiado, pero a su madre le parecía poca cosa para ella y resolvió que no se vieran más, que no le convenía.
¿Convenir?, ¡ella sólo quería sentirse viva!.
Su madre caprichosa se cerró en banda, sin más explicaciones.
El verano acabó, con la amargura e impotencia de Paula, entre los cristales de su ventana, desde donde hacía señas a escondidas, a su doliente enamorado.








Se preguntaba una y mil veces, el por qué de esa injusticia, sin hallar respuesta.
Su hermana pequeña le traía noticias a diario, que aliviaban su amor prohibido.
No encontraba una salida para vivir su amor. Una, lógica y concreta, que apeteciera a su caprichosa madre.
El joven no era culto, ni bien posicionado en la vida, pero a ella le encantaba el sabor de sus besos y no necesitaba sino eso.
A veces, se veían en la azotea, con la complicidad de su hermana, los pocos momentos en que su madre se distraía.
Daban rienda suelta a sus amores , con besos tiernos y alocados.
Otras, se citaban en un sitio discreto, siempre a escondidas, con el lógico miedo de que fuera descubierta, con "el que no convenía".
Y descubierta fué, por su padre. Reprendida con rigor, escuchó toda suerte de amenazas y consejos, por su bien.
Aceptó dócilmente las absurdas leyes paternas, como expiación de sus faltas, una vez más.
El amado tomó su rumbo en la vida, con otra mujer y desapareció de su vida.
Sus padres instaron a Paula a probar suerte opositando, para encaminar su futuro.
Sus hermanas se habían casado y no contaba con su presencia, ni su apoyo ya.
Queria, quiso siempre, parecerse a ellas o al menos lo parecía.
Un buen marido, que agradara a sus padres y ser feliz. No pedía nada más.
El preparar aquellas oposiciones, pensó que sería lo adecuado, pero se le hacía un mundo retener tantas leyes absurdas, horas y horas delante de unas hojas que no le decían nada.

Su padre no hacía sino reprobar su falta de concentración en el estudio.
Su madre no le facilitaba ese apoyo, tan importante para ella. Siempre pretendía compararla con sus hermanas, con cualquier excusa.
Conoció a otro muchacho, de su edad, que, en principio tuvo el visto bueno de la familia.
Salían cuando el horario apretado del joven, acomodaba con el de Paula.
Parecían una pareja, destinada a ser feliz.
Paula se volvió coqueta, su ostracismo interior desapareció. 
Era ahora, alegre, dicharachera y tenía, aparentemente, planes de futuro con él.
Hasta que un día, habló con él en serio, de boda, de hijos, la ilusión de toda mujer, en aquella época.
Las continuas excusas de una respuesta clara, desalentaban a Paula, haciendo crecer en ella una paciencia ilimitada, por el amor profesado.
Un día, él rompió sin más la relación, de forma definitiva, con argumentos irrisorios a ojos de cualquiera.
Y Paula se derrumbó. Fué un mazazo seco en su corazón enamorado.
No entendía qué había pasado.
Su mente daba vueltas, como un tiovivo sin fin.
Su madre le apremiaba en los estudios, su padre le reprochaba una y otra vez, el fracaso en la vida.
Días así, hundiéndose lentamente, como un barquito a la deriva, sin ayuda, ni calor de nadie.
Se fué apagando como una vela, se marchitaron los pétalos de sus ilusiones.
Perdió su sonrisa, su voz y sus ganas de vivir.
Una mañana cerró los ojos y se dejó caer al vacío, sin despedirse de nadie.
Nada importaba ya.
Nada de nada...








Sentada en el aféizar de la ventana, Paula decidió acabar con la angustia, que carcomía lentamente su alma delicada.
No lo había pensado antes, sólo se le ocurrió en ese instante y simplemente se dejó llevar dulcemente, como la niña perdida que había, dentro de sí misma.
Abrazó con su cuerpo el vacío, sin pensar las consecuencias, sintiendo la presión del aire en sus mejillas, en su vuelo a ninguna parte.
No temía ya nada, todo lo que llegara sería mejor que lo pasado.
Su negro pelo parecía asirse al viento, dibujando a su través, unas olas de azabache.


Cayó precipitada, hasta que el aire compañero dejó de sostener su peso, sin importarle su tragedia.
Un golpe seco, al pié del edificio donde vivía, dió cuenta de sus actos a los vecinos, que no se sorprendieron demasiado.
Su madre desde ese mismo balcón miró, paralizada, el cuerpo retorcido de su hija, sin saber qué hacer.
Parecía Paula, una virgen de cera, replegada sobre sí misma, incluso tenía una leve sonrisa, en su agonía indescriptible.

Dos lágrimas estancadas en sus ojos, como dos diamantes, rodaron mudas por sus sienes.
La casualidad, el destino, una intervención divina o los tres, se aliaron para que Paula se recuperara muy lentamente en un hospital, de su fatal decisión.
Sus heridas corporales sanaron, sus huesos se recompusieron como pudieron, pero su alma no halló consuelo, en nadie ni en nada.
Tuvo tiempo, muchos días, semanas eternas, en aquel hospital, para escuchar consejos de todos los colores, de voces variopintas, que osaban querer solventar su aflicción interior.
¡Quien podía saber, suponer siquiera la medida sus trances interiores!.
Nadie.









Paula, aún convalenciente volvió al lugar del que se había despedido, meses atrás, su casa.
Nadie le preguntó los porqués de su intento , interesaba más que se recuperara físicamente. Tiempo habría más adelante de hablar de ello.
En cierto modo, había sido un milagro que salvara su vida. 
Así fué comentado por propios y extraños, refiriendo la recuperación que comprobaban, cuando íban a visitarla en su convalecencia.
Fué lenta, muy lenta, todo el mundo se volcó con ella. 
Parecía una niña pequeña, aceptando los cuidados y cariño de cuantos la rodeaban.
Sus padres la protegieron más a partir de aquel suceso, con el dolor de no haber sabido ayudarla.
Tuvo unos años, los siguientes, delicados y monótonos.
Su vida no era la de una mujer de su edad, salía poco y siempre íba acompañada, a los recados cotidianos de un hogar.
Mejoró con el tiempo, no totalmente, era imposible, pero tenía una vida por delante y su tristeza se fué disipando, aunque no su timidez.
Y la vida quiso que su primer amor, el de los besos a escondidas y el que "no convenía", volviera a su vida.
Puede que ella lo buscara, que tuviera noticias y que forzara un encuentro casual, con una rosa en el sillín de la moto, con la que se desplazaba.
Así lo contó a sus hermanas, que se sorprendieron mucho, al saberlo.
Paula recuperó su alegría y su amor con él. Sus padres aceptaron con ciertas reservas, su relación tan repentina.
Lo que su hija decía, estaba bien.
Quería a ese hombre, no había más que mirar el brillo de sus ojos, para saberlo. 
Él parecía sentir lo mismo y decidieron casarse.
Era la ilusión de toda su vida. No tenía más meta que aquella, casarse, como sus hermanas y por fin la cumplía, después de tantos años.
Un enlace íntimo y familiar selló el amor de la pareja, que comenzaba una nueva vida, por fin.
Paula concibió enseguida una hermosa niña, que descubrió una faceta hermosa en su corazón, la de ser madre.
Se volcó por completo, de la mejor manera que sabía en su niña, tanto, que su matrimonio hizo aguas enseguida.
Un amor construído con los recuerdos adolescentes, no era un amor ni maduro y ni pleno.
O el no la quiso como debió quererla. No supo cuidar de las dos. 
O no era esa vida, la que él apetecía.
Tomaron pues, caminos diferentes y Paula se quedó con su hija, que era la razón de su vida.
Rozaba ya los cuarenta años, su hija tenía dos y se criaba con salud, con las travesuras típicas de la infancia.
Fué una época dulce y sosegada para toda la familia, que la apoyaba en todo.
Paula tenía una cuenta pendiente con su alma, aquella no la había tratado, ni curado y era sólo exclusivamente algo que debía resolver ella.






La miraba embobada, en sus sueños de ángel, durmiendo plácidamente.
Una y mil veces revisaba sus sábanas perfumadas, sus manos regordetas, su pelo brillante, descansando revuelto, sobre la mullida almohada de su cuna.
Escuchaba el más mínimo gemido de atención, de su princesita y acudía solícita a sus llantinas, con el miedo de una madre inexperta.
Dentro de sus impedimentos lógicos, fué la mejor madre para Cora, que pudo ser.
Sus primeros pasos, constituyeron todo un acontecimiento para la familia, junto con el primer diente y su primer día de colegio, posteriormente.
Babi de piqué, de cuadros rojos y blancos, perfectamente planchado, su mochila de dibujitos infantiles, sus zapatitos relucientes, dieron la bienvenida al mundo escolar de Cora.
Lloró cuando perdía a su madre de vista, contagiada con los llantos inconsolables de otros niños, mientras la maestra recibía a más compañeros, con una franca sonrisa, sin hacer caso a los llorones.
Cora cantó y jugó, a días. 
Otros, dibujó con pinturas de agua y sus manos, casitas y soles, árboles y mares, azul turquesa.
Se inició en el uso del lápiz, con mucho entusiasmo, garabateando mil formas sugerentes, transformando su cara seria de niña, en un rictus angelical.
El dibujo, siempre sería lo preferido por la hija de Paula, más que los libros u otras materias escolares y lúdicas.
No manifestó Cora, gran interés en sumar números, ni en saber el porqué, de muchas cosas interesantes, para los demás compañeros, que explicaba la maestra.
Sólo queria sus pinturas de cera, su folio en blanco y aislarse en su mundo de mil formas y colores.
Veía poco a su padre. Siempre acababa recriminando a Cora, su falta de atención en el colegio, sus rabietas y caprichos en la calle y la poca autoridad y educación recibida por su madre.
Con el tiempo su comportamiento escolar, se agravó seriamente.
Cora causaba muchos problemas, su madre no sabía cómo resolver su obstinación y el Centro, comunicó los hechos al padre de la niña.
Sólo cuatro meses y con desgana manifiesta, se hizo, su padre, cargo legal de Cora, después de reclamar su tutela e inhabilitar a su madre, por sus hechos pasados y por el bien de la menor.
No imaginaba que el ser padre era tan agotador y tan costoso, en tiempo y dinero.
Cora no mejoraba de actitud, no aprovechaba sus clases, se peleaba mucho en el patio del colegio.
Debatía en su interior, elegir entre el amor a su madre y la necesidad de la figura paterna como referente.
No entendía nada de lo que pasaba y siempre estaba enfadada.
Y el padre renunció, a su derecho de cuidarla y educarla, en un arrebato de cobardía, con excusas irrisorias, ante el juez.
La suerte de Cora corría un serio peligro y ella tan ingenua como niña, no era culpable, ni consciente de las leyes y normas de los adultos.
¡Sólo quería colorear!.








Paula escuchó el timbre de la puerta, repiqueteando insistente, mientras enjabonaba los tazones y cucharas del desayuno.
Se apresuró a secar sus manos y abrió la puerta, para salir de dudas.
El cartero le entregó una carta certificada, en la que rezaba claramente la sentencia del juez, con respecto al futuro de Cora.
No hubiera querido leer nunca esa noticia, pero el día había llegado y ella no podía hacer absolutamente nada.
Le consolaba que tenía el apoyo total de su hermana, que adoraba a su querida hija.
Le había explicado, de la mejor manera, aguantando las lágrimas, que era lo mejor para Cora.
Todo, antes que la niña fuera a un hogar o institución extraños.
Sería una hija más, entre los suyos, si Paula aceptaba. Y en el comunicado, la decisión del juez, la menos mala para su hija, rezaba favorablemente para su hermana.
No sabía lo dura que sería la vida sin ella.
Ignoraba, que una parte de su corazón, sería cercenada para siempre.
No la vería crecer, posiblemente, pero su mente no alcanzaba a predecir los dulces momentos, por llegar, de su adorada Cora, arrancados de cuajo por la justicia.
Dijo que sí , con resignación y tristeza a la nueva vida de su hijita, lejos, muy lejos, de su ciudad y de ella misma.
Cora aceptó con alegría ir a su nuevo hogar, tendría una hermana, su prima y eso le encantaba.
En su cabecita de niña, no podía ni suponer, lo duro que sería no ver, en su nueva madre, la cara de quien le diera la vida.

Paula aprendió con los años a entender que, su niña tenía una familia que la quería por ella y con ella y a vivir sin su presencia, por el bien de las dos.
Cora le escribía unas cartas llenas de amor y dibujos de colores, a su madre del alma.
Se las aprendió casi de memoria, pero aún así, paseaba su lectura por las derechitas redondillas, que siempre le sabían a poco, como los helados de vainilla.
Los días de Paula, sus años, siguieron sucediéndose despacio, cuidada por su madre y dándole su compañía.
Todas las mañanas contemplaba con avidez, las fotografías de su hija, una a una, que mostraban el paso del tiempo, en su cuerpo y su sonrisa.
Su mente y su corazón siguieron viviendo sosegados, con la esperanza de volver a ver, algún día, a su querida hija.
Cora, a sus catorce años es toda una mujer, es feliz y nunca olvidará a su mamá.
Paula, sigue soñando en su propio paraíso.
Cada mañana, suspira todo. Cada tarde, llora un ratito, con las pocas lágrimas que le quedan, añorando al amor de sus amores, su princesa.


Y cada día, es uno menos para abrazar a su delirio, que la espera paciente.
Quiere convertirla, para siempre, en una niña con sonrisa de ángel.


                                              Fin

 



















2.6.11

* Tú y yo *


Estoy sola, es de noche de nuevo y quiero pasear contigo en una pista de baile improvisada, en medio de una playa que conoces.
Sin testigos, ni orquestas danzaremos al amor de la luna, mi eterna confidente.
Imagino que llegas puntual a la cita, esa que sólo tú y yo hemos concertado.
Te brillan los ojos, tanto que parecen dos luceros y tu rictus tiene esa  media sonrisa que me arrebata.
Me gusta como te peinas el pelo hacia atrás y como cae un mechón en tu frente, con el aire que te empuja casi a mí.
¿Por qué me gustas tanto?.
¿Qué has hecho conmigo?.
Muchas veces me quedo embobada, mirándote sin decir palabra, mientras paseamos de la mano, por tu playa.
Y cuando no estás cuento las horas, una tras otra, hasta que vuelves a mi lado, dibujando corazones en la arena.
Tú eres las alas que necesito para volar , cuando me envuelves con tus brazos y me llevas a la cima de tu cielo
Eres el bálsamo de mis tormentas interiores y me sanas con los susurros de tu voz, que se cuela en mis oídos.
Luces como el resplandor de un faro, que guía los pasos de mi corazón, en la senda de la vida.
Diste un giro inesperado a mi presente. Muerdes mi razón con tu presencia, alterando la paz de mis esquemas.
Y somos y estamos ahora mismo, con  las estrellas como testigos de lo que sentimos juntos.

Lo demás no importa nada, sólo tú, sólo yo, sólo nosotros dos.







1.6.11

* Me faltas *

Siento que si me faltas, no me salen las palabras,
que no es lo mismo sin tí, que contigo.
No suena igual la lluvia en el cristal, si no estás conmigo.
Que, cuando la tarde se retira, me quedo más sola en la penumbra de mis noches, sin el cobijo de tu pecho.
Pienso en tu mirada en azules, en un café de horas frente a tí, en besos de vainilla, colgada de tu cuello.
Y... me extasío en esos sueños, porque son contigo, juntos y solos.
Te echo tanto de menos, que mil suspiros nacen de mi alma, pensando en tí, como ahora mismo.

Estás tan presente en mí, que mi pluma escribe sola tu nombre, una y mil veces.
Impregaste de tal forma mi memoria, que un perfume a rosas dejaste, para siempre.
Escribiste tan bello, que a tu canto rendí mi voluntad, en adelante.
Y aquí te lo digo hoy que sin tí. ni pluma, ni rosas, ni papel, me sirven, si no vienes a mi lado, donde siempre te aguardo, en silencio.