23.11.13

* Yong Fang *



Hay algo que me ronda por la cabeza, hace días, semanas y por más que busco respuestas, mis preguntas no encuentran el camino, para tratar de encajar las piezas del puzle y abandonar la empresa.

Toda España, incluso más allá de ella, nos hemos estremecido con el trágico final de Asunta, la niña de rasgos orientales.
No podemos juzgar aunque nos muramos de ganas,  ni en silencio todavía, a la que se empeñó en ser su madre, para darle una vida mejor.

El tiempo, ese en el que la ley inclina el fiel de su  balanza, en uno u otro sentido llega lentamente a su final.

Y se hará justicia, ¿pero justicia para quien?.

No me cabe en la cabeza que alguien que decidió en su día adoptar, acabara con su vida, por el mero hecho de que "le molestaba su presencia" .
Hubiera sido mejor  y más valiente haber devuelto a la niña a Menores, confesando el error de la adopción.
Tampoco es tan extraño y hay constancia de adoptantes que recularon, famosos y anónimos.

Me pregunto una y mil veces, qué pudo pasar en la cabeza de esa madre amantísima, como para llegar a aborrecerla de tal modo y tomarse la justicia por su mano.
Y cómo su padre colaboró necesariamente con la locura de la madre, planeada paso a paso por los dos.

Asunta no debió ser un juguete de temporada. Nunca.
Era una niña inocente, con muchas ilusiones, era niña y aprendía y estudiaba a una velocidad exponencial, con el afán de agradar y ser amada, todas las materias que sus padres decidían.

No lo entenderé nunca.
Ni al padre, ni a la madre, por cierto, dos personas cultas y acomodadas y sean cuales fueren sus macabras razones, el puzle de mi lógica sigue desordenado.

Cuantos más detalles sé del espeluznante asesinato, más pena y ternura siento por aquella niña.

¡Qué sola e impotente se debió sentir en su final!.

Asunta que nunca será mayor, no le dejaron serlo, porque sus padres decidieron que un sueño mortal solucionaba su problema y su vida.

Donde quiera que estés,  Asunta Yong Fang, descansa en paz, princesa.



 

21.11.13

* Tiempo *



Ha pasado tiempo, lo sé... lo sabemos todos.
Para mí, para vosotros y para los que no me conocen.
Tiempo de reflexión sin melancolías, de murria en el alma a veces, de hastío otras.
Tiempo de descanso elegido en este rincón tan especial para mí, sabedora de que se puede ir y volver, sin que nadie te reproche nada.

Decidí que un silencio llevaba tiempo esperando en la puerta de mis decisiones y esta vez tuve que escucharle.
Perdí las ganas de expresarme, se acabó el origen de la música que había escogido con tanto mimo y ya no era lo mismo.
Me desanimé y perdí las musas por ahí.
Nunca es lo mismo que era entonces, ahora lo sé, simplemente es otra etapa nueva o distinta en el blog y en mi caminar sin pies, entre cables y letras.
Ni siquiera sé si se olvidaron de asomarse aquí o se aburrieron de no verme.
En cualquier caso yo he vuelto y os espero.

Es tiempo de renovarse, de sonreír por detrás de los ojos, de observar más y de cuestionar menos.

He estado bien todo este tiempo, siempre digo que soy muy afortunada en cuanto a los afectos y la salud, con lo cual, no hay motivo de preocupaciones, ni aquí, ni allí.

Tengo frío en las manos ahora mismo y mis pensamientos han de despertar del letargo que eligieron allá por Enero.

Agradezco todos y cada uno de vosotr@s, los comentarios que dejasteis con cariño y os propongo reencontrarnos aquí, en este precioso Otoño que tanto me gusta.