¿Cuando me toca a mí y vienes a mi mundo?
Habrás guardado en un baúl aquellos momentos en que nos reíamos de la vida y se nos pasaban las horas sin pensarlo, seguramente.
Quizá tu vida ahora es otra muy distinta y yo ya no soy necesaria en tu camino en este tiempo.
Ó no pude darte lo que esperabas de mí, en aquel momento que sólo te escuchaba, sin pedir nada para mí.
A lo mejor tu tristeza o tus tropiezos pasados cambiaron a sonrisas y mi lugar contigo ya es de otra persona.
Hablarás en baja voz de tu suerte, de tu rabia, de tus sueños en otro lugar, mirándote en otros ojos, lo sé y lo entiendo.
Si te acuerdas de mí en un rato de descanso, dedicame un minuto desde tu olvido y tráeme una flor de tu jardín.
Pienso en tí, todavía.
Te esperé al borde de mi camino, una y otra vez, sin sentir tu presencia en el horizonte.
Quise hablar y decir tu nombre, hacer que volvieras de repente, pero guardé un silencio cauteloso, en el rincón al que me obligas.
Esperé lunas y soles, con calor y frío en el alma, te esperé siempre, con mi equipaje dolorido.
Te regalé mil espacios de ternura, únicos y bellos , perfumandolos con mi presencia y mis sonrisas y no tengo nada de aquellos días.
Ni risas quedan, ni charla alguna, ni nuevas tuyas, no tengo nada más que silencio.
Un silencio que me araña todavía, que pregunta por tí.
El olvido que sospecho, me mata con su ironía.
La razón se calla y la esperanza se va a volar a un sitio que no encuentra reposo.
Pasaron los días, demasiadas preguntas solas en el aire.
Camino descalza, como al principio, sin saber cual pudo ser mi pecado.