31.8.11

* Hoy es mañana *



Estoy acabando el capítulo de mi verano, con él se marchan lentamente las palabras que me hicieron sonreír  aquellos días con sus noches y camino sola de nuevo, en la vida de mi vida.
La brisa de la noche será mi fiel compañera al burlar los barrotes de mi ventana, para colarse de rondón e instalarse a mi lado, sin decir nada.
Seguiré mirando la luna prendida en el cielo si me place.
Me quedaré absorta en su blanca palidez y tejeré con mi ternura sueños nuevos, vidas inventadas y secretos escondidos entre mis letras, sin que se note demasiado.
Cerraré decidida  una parte de mí misma , sin esperar ya un cambio que no existe y lanzaré la llave lejos, muy lejos, al mar de mis recuerdos.
No quiero estancar mis noches en una espera sempiterna y naufragar con tu barco a la deriva.
No puedo disimular mi tristeza de ahora, mi impotencia y mis silencios.
Me cuesta y me mata el sonreír ahora mismo, cuando lloro por dentro, sin comprender nada.
Es  hora de pensar en  vidas nuevas y en  una causa justa  que sane mi alma dolorida.
Renaceré a mis amaneceres rosas, dormitaré en mi rincón de letras y suspiros y olvidaré deprisa la nostalgia que  recorre mis venas cada noche.
No quiero ser un espectro de mí misma, ni buscar nunca más las respuestas que se me niegan.
No me rindo, no es mi estilo.
Simplemente me planto y me burlo del espejismo de un oasis de mentiras, incluso de las sonrisas que no eran sino burlas disfrazadas de confidencias y de emociones.
No mereció la pena creer en verdades a medias, en perdonar  y callar por lealtad, soy así y no supe espabilar y, como siempre, confié.

 Hoy es mañana y el ayer ya es nada.










30.8.11

* Soledad *





Entre líneas se sabe más de la desnudez del alma que de una voz  emocionada, que cuenta sin reservas todo lo que alumbra y muerde su existencia, al compás de una cucharilla que da vueltas  y endulza un minúsculo café.
En esta mañana que olvida el color rosa de su principio, he reunido los detalles inconexos de tu pesada soledad, esa de la que huyes porque te puede y te agota.
La misma que olvidabas delante de mil sonrisas, otras noches que ya murieron. 
La eliges a ella y te fundes en su abrazo silencioso,  tardes y noches juntas, aunque alguna vez despiertes de tu sueño de verano.
Decides y buscas su regazo, al amor de tus miedos, pertrechada con la mochila de lo bien hecho.
Vuelves a irte porque es lo que resuelves,  lo que conviene y  no escuchas lo que te implora el alma.
Huyes siempre, porque temes paladear la dulzura que la vida te ofrece y prefieres morir por dentro, que  probar suerte y vencer los contratiempos que aún no existen .
Te rindes sin comenzar una batalla que ni siquiera conoces.
Guardas silencio, siempre silencio y esperas a ser rescatada pero ¿de qué?.
Las respuestas a la zozobra de tu alma, la tienes en el mar de tu existencia.
Sólo soy tu amiga y espero con paciencia a que vuelvas herida de tus tormentas interiores.
No soy sino tu bálsamo y el cobijo leal sin intereses, cuando te acercas de nuevo y casi desnudas tu alma.

Cuando te vas, tu soledad me dejas y se me hace eterna, como la vida.



28.8.11

* Conmigo *



Agoniza el verano, dando sus últimos coletazos de fuego sin llama, aunque no me fío demasiado de su partida y sigo resguardándome de su ímpetu, cuando la mañana avanza hacia su mayor esplendor.
El lenguaje que me propone sin palabras cuando curioseo el azul del cielo, a través de mi ventana es suficiente para hacerme idea y planear alguna cosa que tenía pendiente y completarla, antes de que mis árboles desnuden sus ramas.
La lista de cosas distintas por hacer este verano ha sido la adecuada y me quedo con el regusto dulce y fresco de su paso por mi alma.
Guardo entre papeles delicados en el estante de mi alma, recuerdos próximos y sonrisas nuevas.
Han sido unos días de charlas amigables, con sus noches tibias y delicadas, al amor de mi luna lunera y me he sentido especial con  palabras de aliento y esperanza.
Las estrellas fulgentes y lejanas no nos molestaron con sus risas a destiempo, a pesar que insistían una y otra vez en ser protagonistas de la escena.
Este verano ha sido más especial que otros, aleccionador en momentos, familiar, muy familiar, de amigos y con  pocas nubes que quisieron enturbiar mi sonrisa y mi relajo.
Mi alma está serena, mi corazón está vivo y fuerte, con un amor abnegado por mi amado, al tempo suave que le marco desde siempre.
Mis proyectos siguen vivos, los que me gustan, caminando alegres por la senda más sencilla y la amistad sincera me acompaña en mi paso por la vida.
Me siento tan llena por dentro y tan rica junto a las personas que comparten mis días de sueños y de despertares, que me declaro afortunada y doy gracias al cielo y a todos ellos.
El orden de mi vida es perfecto y la voluntad es mi aliada.
Cielo, luna, sol, mar, amor, amistad y corazón laten juntos, cada uno en su momento, pero todos conmigo.

Es mejor y más segura una paz cierta que una victoria esperada. Confucio.





26.8.11

* Máscaras *

A veces, lo que sentimos por dentro, nada tiene que ver con lo que parecemos a los demás, por fuera.
Las expresiones faciales y corporales suelen dar idea a quienes nos miran, de cómo podemos sentirnos interiormente.
Así mismo, hay personas que saben leer  con acierto la mirada o interpretar actitudes de los de su entorno.
Otras, sin embargo, tienen la capacidad de ocultar bajo "siete llaves" lo que sienten y aparentan lo que quieren que se vea.
Sus motivos suelen ser diversos, desde la timidez hasta la falsedad, dependiendo de la conveniencia o necesidades de la situación.
Los tímidos tienen un cierto sufrimiento, por no ser capaces de exteriorizar como quisieran sus sentimientos, con una  fuerza irrefrenable que les obliga a un ostracismo, del que no saben salir con facilidad.
Con técnicas adecuadas y mucha voluntad  logran vencer ese apocamiento que les oprime.
No siempre la timidez es consecuencia de un fracaso personal, pero siempre interviene la falta de socialización o afectos en la niñez.
Una férrea  educación, un ambiente hostil y competitivo en la escuela, pueden ser desencadenantes de ese carácter retraído.
La sobreprotección infantil resta oportunidades de desarrollarse con sus iguales y aprender de ellos con naturalidad.
La agonía interior  del "apocado" puede generar palpitaciones, sudoración y sequedad de boca. Incluso rubor y temblor corporal hacen acto de presencia, como signos evidentes.
En lo sentimental son personas que tienen miedo al fracaso y no arriesgan, por temor a equivocarse y sus vínculos amorosos no prosperan.
Dan licencia a quien se fije en ellos, a que lleve las riendas de la relación, puesto que encuentran esa seguridad que a ellos les falta.
Independientemente de su valía, impera en ellos una inseguridad personal y su autoestima no es firme.
Son personas dubitativas, que procuran pasar desapercibidas por temor a hacer el ridículo.
Un tímido no nace siendo así, sino que lo va conformando desde su infancia y no interactúa correctamente o no sabe encontrar  los mecanismos adecuados.
Sus actitudes sociales van parejas a su vestuario,  discretas, sin arriesgar nunca.
Siempre piensan que los demás son mejores que ellos y eluden eventos en los que pudieran ser protagonistas.
Tienden, erróneamente, a pensar cosas que los otros no piensan y llegan a creérselas.
Y, por último, si se empeñan en salir de esa "celda" que les oprime y lo consiguen, experimentan un cambio muy positivo en su vida, para bien propio y ajeno.

Las máscaras son teatro, la del tímido, agonía.






25.8.11

* Gorriones *

Los gorriones son una constante en mis mañanas con sus trinos imperfectos y alocados.
Me atrapa su presencia y me conmueve su vida y su estancia en el árbol próximo a mi ventana enrejada.
Siempre quise ser un gorrioncillo volandero, pero no pude, nací mujer y no ave de paso.
Me paso horas, días y semanas, tratando de llegar a comprender el sentido de su efímera existencia.
No quieren vivir conmigo, pero tampoco se alejan mucho y suelen revolotear cada mañana debajo de mis ventanas.
No se resisten, eso sí,  al picoteo de las migas de pan húmedas que les brindo, aún no siendo su alimento preferido, sé que vienen, pero lo hacen cuando quieren ellos, no yo.
Sólo espero agazapada y espectante en mi ventana y en pocos minutos, uno de ellos, en un vuelo rápido y certero planea sus enérgicas alitas hasta donde quiere llegar.
No se coloca enseguida ante la miga más jugosa , no. Se posa en el suelo y a saltitos ojea el alimento desperdigado en el asfalto.
Parece que elige el mejor bocado, mientras mira a los lados,  como si hiciera señales con su cuerpo a los otros, los que aguardan en las ramas.
Decide cual llevarse en su pico y emprende un vuelo rápido de vuelta hacia el nido.
No son pajarillos vistosos, su plumaje desvaído, en tonos marrones y grises, no llama la atención por su belleza, como el de otras aves engalanadas de bellos colores, ni tampoco sus trinos son armoniosos al oído.
No compiten entre ellos con gorjeos continuados y melodiosos, para atraer a la hembra elegida, creo que no lo necesitan.
Pero sí sé que, entre ellos hay ciertas jerárquias, que no acierto a entender y que les obliga a unos a esperar y a otros a asumir la iniciativa.
Suelen ocupar las ramas de los árboles o los aleros próximos a mi casa. Sin aparente criterio y con descaro se instalan y no buscan problemas con  habitantes de otras especies, las golondrinas o las palomas.
Tampoco sé cómo eligen la rama perfecta, donde construir el nido para su prole venidera.
Suele tener forma de colador semiesférico, con entrada lateral, supongo que por comodidad, cuando agotan su vuelo y vuelven.
Son grandes rastreadores, buscan pajas secas que están desperdigadas al pie de árboles próximos, aprovechan los palitos de madera, cordones, pelo de animales e incluso pedacillos de tela.
Con todo estos elementos, van formando primorosamente el sólido armazón de su habitáculo.
Cubren todo con plumas desprendidas de su cuerpo, propias o ajenas y mullen con  sus patas lo que será el lugar de su puesta.
El número de huevos varía de tres a seis huevos, así como su  tamaño y colores, dependiendo, probablemente de su alimentación dispar.
Las tonalidades de su frágil cáscara varían, desde el azul aturquesado o verdoso, al rojizo o gris, liso o pintado, aunque ello no exime de algún que otro huevo blanquecino.
La hembra asume total y exclusivamente el tiempo de la incubación y durante doce o catorce días no se mueve apenas del nido.
El macho es el encargado de traer comida entonces a la madre de las crías, desnudas de plumas y ciegas, cuando eclosionan los huevos.
Y la pareja de gorriones se afana por igual para alimentar a sus polluelos hambrientos, hasta veinte veces por hora.
Regurgitan de su buche los insectos o grano, que nutrirán con creces  los picos abiertos de sus polluelos, hasta que inicien sus primeros vuelos.
La vida de los gorriones varía dependiendo de muchas cosas, principalmente de no ser apresados por el hombre y de que haya alimento cerca del nido, aunque he visto muchas crías caerse de los nidos, quizá por curiosidad o tal vez por calcular mal sus primeros aleteos.
Más de uno recogí yo del pie del árbol. Intenté darles alimento en mi casa, con mimo y constancia, pero no resultó. No prosperaron en cautividad, por mucho que yo me empeñara en cuidarlos y murieron.
Suelen vivir unos veinte meses, pero pueden alcanzar hasta los doce años de vida en condiciones ideales.
Su aspecto a mis ojos es tierno y vivaracho, pero son desconfiados por naturaleza y no se mezclan conmigo.

Libres nacieron y libres mueren.









  
 

23.8.11

* Viaje *



Un día, señalado en el almanaque entre todos los demás, nacemos a la vida e iniciamos un lento aprendizaje, al ritmo que nos imponemos y somos caminantes de una senda en la vida.
Absorbemos todo cuanto queremos y podemos, con curiosidad y alegría.
Luces, colores, alimentos, lluvia, puestas de sol, conocimientos, hobbys y vivencias de todos los matices, van conformando y modelando nuestro interior.
Los ojos son la ventana a ese mundo, que nos muestra  multitud de oportunidades para aprender, como podemos y queremos.
Nuestro carácter se va  construyendo con unos pilares importantes. Cada cual tiene los suyos y ellos son los que en nuestra madurez nos sostendrán y ayudarán ante situaciones que son nuevas para nosotros.
Tratamos de ser, parecer e ir avanzando en la vida con unas metas más o menos alcanzables y con un fín único, ser felices.
La felicidad se logra de muy diversas maneras, tantas como individuos somos, pero suele suceder que el viaje hacia esa dicha, pone algo parecido a pruebas, que truncan o hacen más difícil ese estado tan perfecto.
De pronto, nos vemos como niños perdidos ante una situación que no manejamos, hacemos lo posible por conocerla y retomar el camino y un día nos damos cuenta de que pudimos salir airosos de ella.
Hay muchas trabas en nuestra andadura:  problemas económicos, enfermedades, relaciones que acaban,  que nos hacen parar en seco en nuestro plácido camino.
Nos replantearnos muchas actitudes propias y ajenas y nos vamos adaptando a lo que nos sucede en ese momento.
Se trata de afrontar y luego resolver lo que nos sucede y convivir con ello, como un componente más de nuestro equipaje, que a veces pesa poco y otras demasiado.
Tener prendida esa luz interior, la de la felicidad, ayuda a caminar mucho mejor que andar a ciegas, en soledad y oscuridad permanentes.
Nuestros cuerpos se cansan de funcionar a pleno rendimiento y comienzan los dolores y la enfermedad y debemos estar preparados y hacernos amigos de ella.
Llegar a ese punto, el de amar y no odiar la falta de salud es un ejercicio de voluntad y positivismo, una lucha sin cuartel, para que no ser vencidos por el desánimo o la desesperación.
Todos llegamos antes o después a ese día en el que somos protagonistas, directos o indirectos de una enfermedad que cambia de golpe todo y trastoca nuestros planes venideros.
Duele, aunque no sea a tí a quien le pasa y le quieres mucho.
Duele porque no puedes darle un poquito de tu salud, para su alivio o curación.
Duele cuando las cosas no van como pensábamos que serían y se recae.
Duele cuando no puedes coger su mano y acariciar su frente, cuando sufre y calla.
Satisface mucho saber que confió su dolor a tí como amig@.
Gusta cuando ves o intuyes sus sonrisas y su restablecimiento.
Encanta saber que tus palabras de apoyo, tus visitas y tus letras escritas con el corazón, fueron una medicina para su alma.
Conforta saber que la lucha ante la enfermedad es compartida, dure lo que dure.

El humor, la complicidad con los demás y la valentía ante ella, nos ayudan a sobrellevar en definitiva, ese viaje por la vida que nos toca.

El hombre es un aprendiz y el dolor es su eterno maestro.    ( Alfred de Musset ).




22.8.11

* Cansada *



Estoy algo cansada, el verano es lento e implacable con quienes adoramos la suavidad de la brisa del mar y  lo tenemos lejos, como para perdernos en su inmensidad a menudo.
Las mañanas son pesadas con el calor que reina en el trono del verano.
Alejan  demasiado pronto la brisa de mi ventana y me traen el sol en todo su esplendor, azuzando mi piel  y mi añoranza.
Miro con pocas ganas el mercurio que sube sigiloso en el termómetro de mi terraza, con la esperanza de que hoy baje algún grado, pero el ambiente se niega a mi ruego silencioso.
Me gusta el verano, sí, pero con treguas que me permitan hacer más cosas, porque no puedo rendir como me quisiera.
El calor me quema, me sitia y me disgusta.
Prefiero el fin de éste, el vaivén de los árboles dorando sus hojas caducas, los niños con sus carteras nuevas y mi cuerpo ágil.
Me entristece un poco no poder perderme ahora en un pueblo aislado y sentir que el tiempo allí se estancó de repente.
Me apetece tener una noche distinta, cubierta con una sábana perfumada y ese fresco intenso entrando por la ventana, con los  suaves sonidos de la naturaleza , mientras escucho muy atenta lo que propone a mi alma.
Adoro buscar y encontrar la luna en el campo, mucho más grande y bella que desde mi terraza, mirador de pocas emociones.
Sueño con paseos relajados después de cenar,  por los alrededores de esa casa que no existe todavía.
El calor no me da tregua y estoy cansada de su insistencia en mis días presentes.
Me cuesta escribir sin tener los paisajes nuevos,  esos que tanto sueño o contemplo con deleite, verdes, dorados o azules, todos me encantan,
Tendré paciencia y seguiré esperando a que el cansancio se vaya y mis musas espabilen.



17.8.11

* Yo amo *





Amo, como verbo conjugado, en la primera persona del presente que te explico.

Amo la vida, aquella que me acoge en su seno y me enseña a saborear mis amores.
Amo la ternura de una mirada que no  me pide nada y que me dice todo.
Amo una mañana de sol sereno, que me invita a beberla despacio.
Amo el perfume del abrazo de  mi princesa, por encima del aroma de las flores.
Amo la naturaleza, que vigila mi paso por la vida.
Amo comer junto a mi familia, privilegio concertado con la sinfonía de sabores regalados.
Amo las melodías a mi alma, me encanta lo que cantan y sueño todas sus notas, con dulzura.
Amo la lluvia, el sol y la luna y les cuento mis cosas, en mis paseos por sus calles reflejadas.
Amo la poesía sencilla, la que me embarga y me sostiene en mi andadura.
Amo la esperanza de un mundo mejor, las palabras y los corazones buenos que tienden su mano al mío.
Amo porque me nutre por dentro y me embellece por fuera.
Amo los colores, que engalanan mi mirada, paso a paso por el tapiz de mi andadura.
Amo y lucho por el amor, el propio y el ajeno, como bien preciado.
Amo una puesta de sol , la luna clara y las noches que me acunan con sus bellos silencios.
Amo la paz y la concordia,  las quiero aliadas a mis metas y a mis letras.
Aprendo a amar con la voz callada que proclama mi escritura.
Amo el esfuerzo y los bellos resultados de la batalla de los besos, cuerpo a cuerpo.
Amo porque sé hacerlo, porque me buscas, porque  me encuentras, porque me amas del mismo modo cuando te busco y cuando te encuentro..
Amo con el corazón enamorado, contigo y a tí.
Hoy, ayer y siempre.




14.8.11

* La mentira *


La mentira tiene patas cortas, narices largas y empleados fieles.
Me entristecen  los embustes de la gente, de la vida y en el amor también.
No comprendo la mentira como defensa a ultranza de una situación que no debió producirse, entre dos que se amaban o que eran amigos, hermanos o colegas de trabajo.
Nada puede justificar un revés  así a la otra persona, que puso el corazón entero, un amor sin medida en su compañero elegido.
Muchas veces me pregunto si esas personas son así  siempre y porqué razón tan poderosa  hacen y repiten esas actitudes perniciosas.
Cómo no calibran las consecuencias de ese acto tan infantil e inmaduro y tiran por la borda todo el afecto construido entre ellos, seguramente con  una base cimentada únicamente en el propio interés.
Siempre se descubre todo, es cuestión de tiempo y aún así niegan con arrogancia y excusas razonadas, lo evidente.
Se justifican una y otra vez ante las pruebas claras que no admiten, pensando que faltar a la verdad es algo necesario y suficiente en su diario.
La humildad no hace acto de presencia en quienes mienten, ni antes, ni durante, ni después de ser descubiertos.
Por supuesto, el arrepentimiento es relativo, falso y temporal y se vuelve a las andadas, porque todo es egoísmo y no por el amor que se suponía.
El perdón al doliente, como consecuencia de su traspiés no se reclama, en el  convencimiento de que la misma absolución se da por supuesta.
El mentiroso observa desde su cuna los comportamientos de sus mayores.
Aprende que engañar es una ventaja  para conseguir sin esfuerzo los objetos o las personas, jugando con ellas a que maneja la verdad.
El niño dice mentiras en la misma medida en que sus fantasías se hacen presentes, para confundirlas con realidades. 
El adolescente es un mentiroso cuando su encuentro con el mundo real, le causa frustraciones o contratiempos. 
El joven es mentiroso, en tanto y en cuanto no se siente capaz de afrontar las verdades que le son adversas. 
El adulto es mentiroso cuando no ha logrado superar los obstáculos que le puso la vida y por lo tanto para sentirse el triunfador que nunca fue ni será. 
Por último, el anciano es mentiroso cuando no se perdona  a sí mismo los errores que ha cometido en su vida.
La mentira intoxica y mata el amor,  la amistad y los sentimientos, de modo instantáneo, porque se nutre de lo insano y de lo que no fue nunca verdad.
La capacidad de olvido de los afectos adquiridos, curiosamente en un mentiroso es inmensa.
En poco tiempo tiene candidato sustituto, para ser protagonistas de otra  nueva devoción.
Los mentirosos suelen dejarse querer cómodamente  y no aportan  nada  relevante al otro, sabedores del brillo que emanan desde su pedestal de mentiras.
Pierden mucho más tiempo en elaborar tramas de sainete o intrigas palaciegas, que en mirar dentro de sí mismos con valentía y humildad y extirpar el cáncer que corroe sus pocas virtudes descafeinadas.
Exponen una realidad de sí mismos magnificada y poco creíble a  los ojos ajenos. 
Trabajan con destreza su yoísmo y pregonan a diestro y siniestro cuanto tienen y cuanto valen, cada día de una forma  tan diferente como incierta.
Lo único de verdad de todo ésto es que sienten orgullo por ser como son y por sus actos justificados.
En ellos, por último, la verdad no es mentira y la mentira es siempre la verdad.

"El peor castigo de un mentiroso no es que no se le crean los demás, sino que él mismo es incapaz de creer o confiar en otros" 





12.8.11

* Hoy no importa *



La vida es bella, tenemos que mirar hacia el futuro, el esfuerzo es el camino al éxito.
Éstas y algunas frases más que todos conocemos, constituyen la base para tener o mantener un trabajo, una estabilidad económica y un estado interior óptimo o al menos deseable.
Un día indeterminado y por causas ajenas a un ciudadano cualquiera, el presente da un giro inesperado y todos los proyectos a medio plazo, se paran en seco.
No sólo esos, sino los inmediatos son irresolubles, inciertos y se abre un camino de incertidumbre, de desasosiego y en muchos casos de desesperación.
No se pueden afrontar ni gastos tan elementales como los pagos de luz, agua, gas y alimentación.
Idas y venidas  proliferan, para encontrar un nuevo trabajo, el que sea, cuando sea.
En una cola inmensa esperando su turno, miles de caras desencantadas de la vida, ojeras visibles, silencios evidentes, personas de todas las edades, repasan una y otra vez los documentos que demuestran su vida laboral.
Gestiones inútiles que no encienden una luz en el camino, para un posible trabajo.
Cursillos que no sirven para nada y que a nada conducen, se hacen por si acaso.
Ayudas temporales y ridículas, que sólo consiguen aliviar unos días la pesada carga de la incertidumbre de su destino.
Y  los días pasan y pasan, las facturas van engrosando y los amigos desapareciendo.
Sólo queda la familia y los colegas leales, lo demás es historia.
Con suerte se encuentran trabajos temporales, si hay buenos contactos que manejen cierto poder, para elegir a su antojo.

Me duele la impotencia de quienes sufren todo ésto, me da rabia que la vida sea tan injusta con ellos, mereciéndolo todo, se quedan sin nada y casi sin nadie.
La mía no cuenta ahora, la suya sí, porque es dramática y urgente una ayuda que no llega.
Y la vida tan bella  no hace nada por regalar un poquito de suerte a quienes lloran a escondidas.
Apenas unas palabras de ánimo es lo que reciben, como pago a toda un vida de trabajo.
Me apena, me duele mucho, me duele todo, mucho más si la persona que sufre la conozco de cerca y la quiero.
Y nadie hace nada, sigue creciendo escandalosamente la lista y siguen mermando las esperanzas de muchos, las ilusiones acaban muriéndose y ... no hacemos nada.
Estoy indignada, mucho, me siento mal, muy mal, por todos ellos y por eso hoy os lo cuento.
Lo demás ... otro día, hoy ... no importa.





10.8.11

* Princesa mía *



Mi princesa está triste, pero yo estoy con ella y encontraré sus sonrisas poco a poco.

Todo su mundo de amor se derrumbó un día, sin avisar, como un castillo de naipes, se vino abajo.
Ahora le toca vivir un tiempo que se perdió, porque el mismo amor le hizo correr, siendo casi una niña.
Entregó su corazón adolescente sin reservas hace mucho y su amor fue creciendo alegre y maduro.
Como una rosa temprana, engalanó sus pétalos de terciopelo uno a uno, arraigando sus ilusiones en un futuro compartido.
Soñó con una felicidad de caramelo, perfumada de besos dulces y mimada con celo infinito.
Fue todo, por y para su amor, renunciando a muchos momentos que debió vivir siendo la protagonista de la vida.
Confió en él porque lo quería , sin pensar que se equivocaba, de sueño, de amor y de galán.
Hizo planes muchos y  distintos, de mujer y madre, de mujer realizada, pero siempre con su príncipe elegido.
Sus ojos brillaban como dos luceros cuando imaginaba el fruto de su vientre, que aún no había despertado a la vida de madre y me lo contaba.
Yo callaba y esperaba tranquila el desenlace,  sabiendo que sus ilusiones eran preciosas pero inconsistentes, aunque también yo podía equivocarme.
Estaría para acogerla en mi regazo y besar su frente si lloraba, porque su elegido se iría como el humo por las nubes, cualquier tarde del verano.
No quise despertarla de sus sueños, ni razonarle que su amor era corto para ella , callaba siempre.
Un amor es muchas cosas, cuando se ama, una  mujer entrega el alma, sí, pero hay que recibir la misma dosis de afecto,alimentar la relación unificando planes que se encajen y se entiendan.
Está triste y lo esperaba , casi desde su primer beso, lo vi claro en mis silencios.
No sonríe apenas, pero es fuerte como una roca y olvidará, cuando le dicte la vida.
Mi princesa es valiente y sabe amar en cinemascope, sólo es cuestión de esperar  a que curen sus heridas.
Encontrará el amor de sus amores, un amor a su medida  y ese tiempo aún no  ha llegado.
No ha de buscar, sino esperar y yo estoy con ella en su letargo de princesa dolorida.

El corazón no se pierde, ni se quiebra para siempre, sólo duele y queda dormido hasta que sana, princesa mía.





9.8.11

* Arena *





Todavía corren por el maletero del coche algunos granos de arena, como recuerdo de mi último  y reciente viaje a una playa española y echo de menos aquellos días tan dulces y distintos.

No habíamos hecho planes todavía, curiosamente.
Me cuesta elegir un punto de la geografía española como conveniente y una ocasión única  se presentó de repente, como llovida del cielo.
Debía decidir deprisa, sin pararme a pensar en esos pequeños detalles que gusto conocer, me dejé llevar por el momento y acepté la propuesta.
Considerando que  no están los tiempos para grandes viajes, iniciamos con ilusión ese viaje de recreo, sin mapas, ni planes preestablecidos y pensando sólo en disfrutar y descansar.
No soy exigente cuando instalo en la playa mi sombrilla vistosa, junto a mi hamaca y mis cosas, pero no me gustan las aglomeraciones, ni los gritos, ni las personas que estropean el día a tu alrededor.
Tampoco siento la necesidad de elegir al azar gente para conversar y pasar mejor mis días.
Voy a mi aire, siempre y disfruto lo que la naturaleza me ofrece, como alternativa merecida al cansancio del invierno.
Son días contados y hay que aprovecharlos plenamente y exprimirlos como una naranja.
Visitar y conocer las propuestas de la historia y costumbres de esa localidad, forma parte de mis vacaciones y procuro no pasar ni una hora tendida al sol, como un lagarto, sin hacer nada más.
Disfruto, por el contrario en una sombra preparada a mi gusto, leyendo historias variopintas, mientras el rumor del mar está de fondo trayendo y llevando olas sin cansarse.
Desconecto literalmente del mundo y viajo por las páginas desde el comienzo de mi libro, hasta el punto final. Sin prisas, saboreando cada párrafo, sin perder detalle alguno.
Aprovecho, cómo no, los momentos que decido  pasear por la orilla del mar , sintiendo como me acogen las olas y me envuelven con su frescura.
Vivo a fondo los días de playa, aguanto la arena que se pega a mis tobillos y aspiro la brisa fresca que ensancha mi pecho, cuando ando sin más.
Sonrío mucho más y protesto mucho menos.
La arena  recalcitrante me sigue hasta  mi casa, se pega  a mis hamacas, para que no me olvide de ella.
En verano hay que descansar y ser mucho más feliz, olvidar los problemas y cuidar los amigos.

Volveré arena a tu mar, no lo dudes, siempre vuelvo y tu te alegras.






8.8.11

* Ofrenda *



Hace días que no veía por aquí, unos pocos y tú sigues esperando que cuente aquello, ésto o algo nuevo.
Que relees, buscando el mensaje oculto entre líneas, aquel que te dejo y que sólo tu y yo sabemos.
Hace un tiempo, es verdad que debí haber escrito algo, pero ¿qué?.
¿ Hablar de mí?, ¿ De otros?. ¿ De nadie?.
Me cuesta, no tengo siempre el impulso necesario, para ir uniendo letras y hacer un escrito que me guste.
A veces, no puedo seguir y otras en cambio me resulta tan sencillo, que no me reconozco al leerme.
No me siento mal, no es eso, me siento distinta y ese cambio lo irás notando poco a poco.
Hay cosas que me afectan y mucho y no puedo hacer otra cosa sino esforzarme  para ser mejor.
Mejor ante mí misma, con mis afectos claros por quienes quiero, admiro y leo.
Es mi ofrenda, lo mejor que tengo, mi regalo especial.
Mi compañía sin consejos, mis sonrisas sin lamentos, mi corazón sin espinas.
Mi ser y mi estar a cualquier hora, mi mano si la quieres, mis oídos para tu voz.
Eso quiero transmitirte, cuando me lees, porque me sientes cerca.
Impregnar de paz y ternura ese lugar, justo detrás de tus ojos, desde mi lado, frente a frente.
No quiero tus derrotas, debes olvidarlas con tu triunfo  y valentía, de una vez, paso a paso por la vida.
Estoy distinta, lo sé, me dí cuenta, pero en mi cambio estás tu conmigo, velando mis días como un ángel protector.
Vine a contártelo esta mañana porque estás en mi mente, como muchas y de modo muy entrañable.
Toma en tus manos esa rosa del agua de la vida, disfruta su aroma y su belleza.

Es mi ofrenda hoy  y es por tí .








2.8.11

* Vida *

Una mañana brillante viene a cogerme de la mano, para salir a pasear, hoy que una brisa serpentea por las calles y plazas.
Quiero que empuje mis hombros y acompañe mis pasos nuevos, sin preocuparme de la hora, ni de a quien me encontraré.
Mis eternos gorriones están silenciosos ahora mismo, apenas los oigo, posiblemente tienen ya sus buches llenos, con el alimento concedido por manos generosas.
Ya los árboles están frondosos, sus ramas maduraron y sostienen los nidos de las avecillas y ello me alegra.
Recuerdo haber penado porque una tala insensata casi mató  su vida y también, cómo día a día miraba sus angostas ramas, en busca del primer brote de vida.
Me preocupan las cosas sencillas, en las que mi parte no interesa, sino como mera espectadora y sé que el esperar un poquito más, con paciencia, trae recompensas que alegran mis ojos y mi alma.
Pero echo de menos el mar, con su bravura, sus silencios y esa inmensidad que hizo realidad tantos sueños en mis tardes de paseo, por su orilla.
Me gusta sentir el cosquilleo de las olas en mis pies desnudos.
La frialdad de sus caricias en mi piel, me dio la vida interior que precisaba entonces, imprimiendo una huella suave en el recuerdo de sus días.
Y estabas tú a mi lado, apretando suavemente mi mano, sin decirme nada y me sentí feliz.
Más si cabe de todas esas veces que me paro a saborear por completo esa sensación de inmensidad, con un simple paseo contigo.
Nuestros paseos  de ahora son distintos, pero igual de bonitos a tu lado, de tu mano, en mi vida y en mi amor,  que es sólo nuestro.
¿Recuerdas amor aquellas tardes?.
Fueron tan bellas que nunca podré olvidarlas, ni sus azules distintos, ni el ocaso que hacía brillar tus ojos un poco más, ni  quiero olvidar esa brisa que mimaba  tu sonrisa.
Guardaré todo en mi corazón, pleno de ti  y  de tu amor sincero  y seguiré avanzando por la vida, con tu mano y tus abrazos.
Tus pasos son los míos y tu vida es la mía.




1.8.11

* Alas *



Hoy, de modo excepcional, me apetece dejarme llevar por lo que siento en este justo momento.
Descubrí  por casualidad,(¡ sí, a estas alturas!), una pieza que me hizo soñar, mientras releía algunas relatos del blog, porque me gusta hacerlo, cuando cae la noche y nadie me distrae.
La vida nos sorprende con estos detalles, hechos por las personas que miman nuestra estancia, cuando pasamos despacio por un lugar que compartimos, como un regalo muy especial.
Adoro la música, es el bálsamo para mis inquietudes, la musa fiel para dejar volar libres mis dedos en el teclado, ordenando mis pensamientos, como alas que conducen mi vuelo, sin mirar abajo.
Cuando me decido a plasmar mis letrillas, no traigo ni el título, ni la historia que me inquieta.
Ella, me coge de la mano y me conduce por el pentagrama de su fantasía y yo me abandono.
Todo mi entorno desaparece de modo fulminante, mi sonrisa es más parecida a la luna en cuarto menguante, mis ojos brillan con el matiz único de las estrellas y el corazón palpita acomodando el ritmo a la melodía, que me fascina con sus notas almibaradas.
Inés despierta serena y emocionada, desde su intimismo y la mujer de la vida real, se adormece con su afán y su premura, por un tiempo y a diario.
Presta oído a un violín caoba, acariciado con destreza por su arco animoso , mientras un piano a lo lejos imprime igual cadencia, en otro tono y en respuesta.
El eco de las notas tan dulce, como el más precioso de los besos, eriza su piel, ensancha su corazón y le lleva a volar sobre el mar aturquesado, con el viento resbalando por su cara.
Quiere seguir surcando el azul del cielo por un rato, con la confianza de que el vuelo sea tan bello, como el suave batir de sus alas de fantasía, cerca, muy cerca del arcoiris de sus sueños.
Su alma se mece como en una nana de niña, saltando entre nubes de algodón, mientras las teclas imprimen sus huellas despacito, lo que le dicta el corazón.
Los matices que descubre en la voz rasgada y grave de quien susurra a sus oídos, traspasan sus sentidos en cadencia suave, con andares de paseo de un corcel en una playa cualquiera.
Inés sabe que no conviene extasiarse, ni extenderse demasiado.
Comprende que sus pies desnudos deben volver a posarse en la tierra, donde le esperan siempre.
Pliega y aloja con mimo sus alitas de plata y se adormece poco a poco , hasta el siguiente sueño de perfume de lilas, cuando decida.

Inés duerme ya y la vida llama a su puerta.