17.1.12

* Contrapunto ( 13 ) *






Irene había cambiado mucho en muy poco tiempo. Ya no el importaba tanto si Leo le era infiel como antes, quizá porque ella se había entregado en cuerpo y alma a otro hombre hacia pocos días y el vínculo sagrado entre ellos se había roto, quizá definitivamente.
¿Qué quedaba del amor que sentía por Leo?, ¿ qué pasaría en adelante?. Ella no lo sabía o no quería saberlo de momento. Sí sabía que él le había traicionado con sus mentiras, jugando con otras mujeres una y otra vez.
Esa sensación le dolía muy adentro, su matrimonio hacía aguas y tarde o temprano habría que darle una solución definitiva.
Los días siguientes dudó mil veces, porque sentía la necesidad imperiosa de contarle lo suyo con Samuel y liberarse de la carga de su fuero interno, sabiendo que sería fatal para su relación.
Conocía bien a Leo antes, pero el hombre que dormía ahora a su lado, le parecía un ser desconocido y los sentimientos que aún albergaba iban difuminandose, conforme le venían a la cabeza las dulces sensaciones vividas en Holanda con Samuel.
Se sentía terriblemente angustiada con su secreto, se hacía mil preguntas y la respuesta era siempre la misma.
- No, no debes decírselo, es tu secreto. Samuel se fue para siempre. Los niños son tu vida Irene, le olvidarás y todo volverá a su sitio. Calla, calla...siempre.
Irene guardó silencio, se reintegró a su vida familiar y a su puesto de trabajo y en unos pocos días todo era casi como antes de su viaje, pero Leo llegaba tarde a casa y ella no le preguntó nada de sus retrasos, casi prefería eso a tener que someterse a un tercer grado. Leo no tenía derecho, él tampoco había sido un modelo de virtudes y si no su merecido, fue parte importante para que Irene se dejara querer por otro hombre.
En días sucesivos comprobó que sus ropas desprendían perfumes variados y desconocidos, cuando llegaba tarde, cabizbajo y algo bebido, pero mantuvo su compostura, porque se sentía un poco culpable de haber podido provocar esa actitud en Leo.
Leo era ahora un perfecto desconocido para ella y de ningún modo podría tener un encuentro íntimo con él, aunque se muriera de ganas, como mujer que era, no podía, no quería.
Sólo acariciaba y revivía con emoción sus recientes recuerdos con Samuel, sus besos, su pasión loca y su entrega total.
Comparaba a uno y a otro hombre y sintió que el amor por Leo se había esfumado de su corazón, sin que ella supiera en qué momento fue.
Buscó en su interior el último día que se sintió plenamente amada por su marido, pero no era capaz de recordarlo, sus sentimientos zozobraban hacía tiempo y ella se había empeñado en amarle, pensando que cambiaría.
Irene se debatió muchos días en estos complejos análisis de sí misma, buscando una solución a su realidad, pero nadie lo supo, ni su mejor amiga, ni su familia, ni Leo siquiera.
Quiso poner fin a todo ese suplicio, hallar las fuerzas suficientes para sentarse con Leo y plantear un camino nuevo, el que fuera, así no podían seguir, Irene sufría mucho y decidió buscar el momento idóneo y hablar con su marido.
Llegó el día en que se sintió tan segura como para hablar con él.
Esa misma noche le esperaría levantada y hablarían frente a frente de su relación matrimonial.
Acostaría a sus hijos con la normalidad de costumbre, aislándolos para que fuera una conversación íntima y de ahí se tomarían decisiones.
No quedaba más remedio. Irene no deseaba que sus hijos sufrieran, porque ella sufría ya demasiado.
El reloj del salón marcaba las 10 de la noche y el teléfono del domicilio repiqueteó a lo lejos.
Irene estaba en la ducha y el hijo mayor atendió la llamada, por indicación de su madre.
Irene pensó que sería su amiga y el niño le daría el recado, una vez hubiera colgado el teléfono.
No fue así, algo le decía mientras se secaba precipitadamente que quien llamaba no era nadie conocido.
El niño entró al cuarto de baño y le dijo a Irene, con cara de confusión:
- Mamá, es para ti, es un señor de la Guardia Civil, pregunta por ti. ¿Quien será, mami?.
Irene alargó la mano, asió el teléfono y contestó con un hilo de voz, a la del otro lado del auricular. 

Continuará ...







3 comentarios:

  1. UYYYYYYYYYY EL LIO PROMETE ,ESPERO BUEN FIN. UN ABRAZO

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  2. Me ha gustado mucho este capítulo, creo que es fundamental, aqui se describen los sentimientos encontrados de Irene, su verdadero "contrapunto".
    Avergonzada por haber sido infiel y también indignada con su esposo porque ha sido el comportamiento de él la causa de esa infidelidad.
    Siempre ha oído decir que una persona infiel es mala, pero ¿Es ella una mala mujer? ¿Es Samuel -que nunca antes había faltado a su esposa- un mal hombre?
    Aquello tan hermoso que ocurrió de forma espontánea,limpia, pura e instintiva no podía ser malo.
    El dilema de Irene es que, aunque se recrimina constantemente, no puede sentirse sucia o despreciable porque lo que hizo, lo hizo con todo el corazón, con AMOR (En mayúsculas).
    ¿Como admitir que un hombre con el que solo pasó unos días y al que seguramente no volerá a ver, ha marcado su vida para siempre?
    Al final, como persona honesta y leal, decide plantear la cuestión con valentía y sinceridad.
    Está dispuesta a afrontar las consecuencias, desea separarse de Leo y estar libre para recordar a Samuel, soñar con él, añorar su calor y desearle sin trabas ni remordimientos.
    Excelente planteamiento.
    Mis felicitaciones.
    Espero los siguientes capítulos.
    Un saludo.
    Salvador

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  3. Otra vez tengo problemas con mis comentarios, Google lleva días borrándomelos aleatoriamente. ¿Tú crees que yo me merezco este trato por su parte?.


    Besos

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