29.8.12

* ¡ Ay, el amor! *


 
 
 
 
Giovanni Nanni (1888-1969)
 
 
 
Agua que no da de beber.
Es frecuente que uno inicie la andadura cuando los demás se afanan en los preparativos de la vuelta, por lo que no iba a ser menos en un tema tan delicado como el presentado por Inés, el pasado día 14, en su escrito: " Pensamientos ". Versaba el mismo sobre los amores idos, como calor de verano, dejando tras de sí únicamente el vacío. Delicuescente cucurucho de nata y fresa, viajero entre los dedos, una vez bañada la galleta que le sirve de abrigo. Amor más abrasador que abrazador.
No sé o no recuerdo con nitidez qué es el amor. Reconozco que la edad, más que erosionado, horadó los cimientos de mi memoria, dejando pocos rastros del mismo. Por nada en especial ni tampoco por nadie en particular, sino sencillamente por el paso del tiempo.
Sé que la mayoría está satisfecha con sus experiencias, particularmente cuando se le discrepa acerca de la importancia, de mucho de lo vivido en cuestiones amorosas. Para ellos sus lágrimas son vivencias enriquecedoras y mi risa discordante no deja de ser pelusa envidiadora, pucheritos de celos o cucuruchos de resentimiento.
No obstante, por lo oído a expertos de distinto sexo en materia amorosa, deduzco por su reiteración, que es una ilusión óptica, catadióptrica e incluso trófica que cada uno se va construyendo a solas. Castillo de naipes que no necesita de ningún soplo para venirse abajo.
Alguien, generalmente del sexo contrario, genera en nosotros una atracción que no siempre es recíproca. En sus inicios es generalmente óptica, por lo que los menos afortunados pronto nos damos cuenta, con el resonar de dedos ajenos tatuados en rojo en nuestra cara, que ni todos íbamos a ser iguales ni tampoco a disfrutar de las mismas oportunidades. La vida y también la casualidad, en años posteriores, proporcionó oportunidades fuera de oferta, low coast amorosos. Era mucho más fácil acertar en el tiro cuando las perdices venían de ala.
Catadióptrica si es recíproca la atracción. El futuro de la pareja solía ser más dilatado en este caso, aunque menos interesante para las risas comunitarias, donde poca punta se le podía sacar a la relación.
Y trófica cuando nos alimenta el anhelo, la esperanza, la ilusión, el deseo y en suma, nos transporta en alas del viento, allá donde mora la felicidad, olvidando por el camino hasta las ganas de comer. Bulimia involuntaria, esponjosa como pompa de jabón. Brillante y vaporosa. Ansia viva.
Era y es costumbre desfigurar convenientemente el objeto de nuestra pasión, adaptándolo a nuestros deseos. Idealizándolo. Hallábamos virtudes donde los demás encontraban defectos, sin apenas rebuscar. Lo grosero en el ser amado era simpatía a raudales y el atrevimiento, desparpajo que no nos sonrojaba, incluso nos acariciaba como soñábamos algunas noches, animándosenos los adentros.
Todo ello remataba, más pronto que tarde, brotando como alérgeno en un mar de lágrimas. Un torrente de lloros agravado en su intensidad, si la edad amatoria eran los 15 ó 16 años. Prurito más que acné. Comezón más público que púbico cuando la carita de lelo se nos dibujaba en la cara.
A medida que íbamos soplando con dificultad creciente, las velas en las tartas de nuestros cumpleaños, se nos agostaba la alegría perdiendo frescura el empeño.
Afortunadamente tenemos menos amigos y tienden a ser virtuales, lo que dificulta encontrar un paño de lágrimas con el que secarse y a quién contarle nuestras cuitas. Así molestamos a menos gente con nuestras monsergas y llantos de plañidera desencantada.
No entiendo la obsesión ni tan siquiera la inquietud, por saber de quienes quisimos alocadamente y que no recordarían mañana, a qué sabía la frescura de nuestros besos de hoy. Aquellos que ni siquiera sintieron su nombre en nuestros labios, apenas entreabiertos, ni percibieron el roce de las yemas de nuestros dedos en el picaporte de su corazón.
Qué desacuerdo más obtuso y contradictorio: ¡ Qué pronto se olvidaron de nosotros, quienes ocuparon nuestra mente como bucle helicoidal !.
Nunca me gustó saber qué se esconde detrás de una puerta que se cierra. Carece del más mínimo interés, para mí.
¿ Cuál es el amor verdadero ?. Si alguien enciende la mecha de la felicidad, esa que nos suspende en el aire,pudiera no ser falso de toda falsedad, por mucho que prenda la llama con premisas, palabrería hueca o hasta engañosa. Amor que no cuaja, como queso en tormenta o alumbramiento que no aguarda a la luna llena. Pero no obviemos ni tampoco le neguemos , el poder calorífico a ese amor obtuso.
Entiendo que consideráis como amor verdadero, a aquel que goza de una durabilidad propia de las pilas del conejito de Duracell, que duran, duran y duran.
Quizás en lo efímero de un amor radique su etiqueta de falso. Donde pusimos más de lo que nos dieron y donde sólo fue unívoco, tenga las raíces someras el amor, no considerando ni como cariño eventual el no arrraigado.
Puede que sea necesario una innovación, un acto de apertura, de transigencia, como les sucede a los más modernos. Donde cada miembro de la pareja tiene su espacio. No sé de qué tipo, ni a qué da derecho, ni cual es el status real de la pareja ni por qué permanecen como tal, pero me temo que es un tapadillo, como los de toda la vida. Un regalo no pedido, envuelto en papel de silencio, por el bien de los dos.
A cada cuatro bodas que se celebran en nuestro país le suceden tres rupturas amorosas y cada tres minutos, sale del horno del santo matrimonio, un divorcio. ¿ Será por falta de espacio ?.
¡Ay !. ¡ El amor !. Ese que siempre me profesó mi dueña, que no se cansa de repetir a quien la quiera oir, que si hace 30 años, le llegan a enseñar una foto de cómo estoy hoy, se iba a casar conmigo mi santa madre. ¡ Ay !. ¡ El amor !.
Creo que mi amor es de tipo verdadero. Con 30 años de crucifixión, merecemos un premio o tan siquiera, un áccesit.
De esta misma variedad de amor, una amiga dice : " Tanto escoger, para acabar con ésto ", mientras señala a su marido entornando las cejas. Más de 27 años desde su elección. Un marido que engulle más que come, un enorme trozo de tortilla que amenaza con desbordar la comisura de sus labios y que puso de pincho Amadeo, el de Talayuela, un vinatero de los de toda la vida. Que bebe, no para matar la sed, como pudiera difamar algún malpensado, sino para mantener los puestos de trabajo, de quienes se ganan el pan en la vendimia, cada mes de septiembre.
A todo esto, ¿ El amor no será sólo el apropiamiento indebido de carne ajena?.

Youtube A dónde irán los besos Víctor Manuel Daphne5.

3 comentarios:

  1. Joaquinito:
    El amor es cosa seria.
    Nadie tiene la receta; nadie puede, entonces, comprender su funcionamiento.
    ¿Será un reflejo atávico degenerado?, que otrora nos condicionaba a la reproduccción y hoy lo hemos transformado en algo religioso, deportivo, o un indicador social de éxito.
    Nadie se entusiasma con una persona -por lo general, del sexo opuesto- de sesenta años, cuando hay disponible otra de veinticinco.
    Los dramas amorosos serían -quizá- el fruto de la competencia por hallar al subjetivamente más apto para la procreación.
    Un gran abrazo.

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