4.2.11

* A mi princesa *

Te espié en tus sueños de princesa, mientras dormías. Quise grabar en mis retinas la ternura que irradiaba tu cara, tan perfecta y adorada por mí, desde que eras apenas recién nacida.
No se oía sino tu respiración pausada, como el primer día que te tuve entre mis brazos, por fin. Arropada por un lienzo, menos suave que tu piel de niña, sentí tocar el cielo cuando naciste. No quería lastimarte, tú, tan delicada, con mi primer abrazo entre nosotras. 
Tan frágil como el cristal parecías, tan perfecta como la más preciada obra de arte y tan viva como el día que nos alumbraba. 
Tanto amor sentí de pronto, que lloré de gozo. 
Dí gracias a Dios por concederme la dicha de verme reflejada en tí, con toda una vida por vivir.
Vida con nuestra familia, hasta que volaste como una blanca paloma, en busca del amor que te tocaba sentir en tu corazón enamorado, ya mujer.
Fuí la mejor madre. De día con tus pasos y de noche con tus sueños e ilusiones.
Creciste sana y alegre y te convertiste en una mujer perfecta para mí . 
Preparada para crear tu propia familia, con el amor que te enseñé, día a día, te ví partir de tu nido primero.
Fuiste madre como yo y serás la mejor, como yo.
Dáles a tus hijos lealtad ante sí mismos, regálales buenos consejos, para que el camino por donde anden, sea el adecuado.
Insísteles en lo que tú creas que les favorece, guíalos por la senda del amor y la unión familiar. 
Ama a tu esposo, como compañero y padre de tus hijos.
No olvides a tus padres en tu diario, te dimos una vida, la mejor que pudimos y estamos satisfechos de tí, nuestra princesa.
Vuelvo a llorar con la misma emoción de amor de madre, pero distinta,  porque es inmensa. 

Aquel día que me dije: 
-¡Qué guapa eres princesa mía!.

Dedicado a una amiga muy especial, en quien me inspiré para escribirlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario