10.10.11

* Granada ( 2) *

*Aljibe de Trillo. Manuel Alejandro*

Él entornó también sus ojos, embargado por una sensación de inmensidad, aspirando junto a ella la sutil fragancia que inundaba su alrededor, mientras el sol bajaba lentamente al compás de la tarde.
El doblar de la campana de la torre de Al-Hakem les rescató de ese sublime momento y el cielo fue cambiando de azul a dorado, hasta más allá de donde alcanzaba su mirada.
Las enhiestas Torres Bermejas  fueron espectadoras privilegiadas, a la izquierda de ellos, en ese atardecer vestido de amor.
Una brisa ligeramente fresca proveniente de Sierra Nevada, acarició sus espaldas, como señal de que pronto haría más fresco.
Ella se abrazó a sí misma, deslizando sus manos en sus brazos para entrar en calor de esa forma y él la miró embelesado. Sintió la tentación de sus labios, necesitaba besarla en ese preciso instante con ternura y lo hizo suavemente.
Ese beso llevó al siguiente y a otros muchos, llenos de ternura y un abrazo silencioso y entregado puso un broche de amor a tanto sentimiento como mostraba la pareja.
Algo apartados de la escena, eran observados con  sumo respeto por unos japoneses sonrientes y ella sintió como el rubor encendía sus mejillas, al sentirse espiada en su ensueño de enamorada.
Azorada como una colegiala, le indicó con un gesto cómplice que abandonaran ese lugar, mientras se atusaba su melena. 
Él sonriendo a los turistas les dedicó una lenta reverencia de minué del XVII, como colofón a su curiosidad; rodeó el hombro de su amada con su brazo y decidieron poner punto final a la visita, con un largo paseo hasta los aledaños del Hotel Washington Irving, el mismo que se cita  de " Cuentos de la Alhambra ".
Decidieron no perderse detalle alguno de las calles con sus casas ajardinadas, llamadas " cármenes" que conducían a la ciudad. Guardaban un bello equilibrio entre todas ellas y conferían un entorno lleno de magia, con sus árboles y plantas de los más bellos colores. Magnolias, buganvillas, árboles y flores  del lugar parecían sacados del paraíso, para  deleite de sus ojos.
Fotografiaron sin cesar tanto despliegue de belleza, primero ella, sonreía para él, enamorada y feliz. Luego él posaba para ella, con su sonrisa franca y su amor declarado.
Muchas instantáneas  de todo aquello que iban contemplando, quedarían grabadas para siempre en sus retinas y las fotos serían, por añadidura, el  fiel recuerdo de aquel idílico viaje a Granada, en el que el amor fue el protagonista.

Continuará...




4 comentarios:

  1. Este relato es una maravilla, solo cerrando los ojos puede uno entrar en el personaje y sentir el perfume de los jardines, el rumor de las fuentes, la fresca brisa, el embrujo de la Alhambra y los besos....
    ¡Ay los besos! ¡Quien pudiera recuperar los besos perdidos!
    Felicitaciones, te está quedando precioso.
    Salvador

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  2. esperaba con ansiedad la continuación este relato suave tierno lleno de poesía,ternura a la vez que descripción.Relatas con precisión de un cirujano,el amor el profundo sentimiento llevado a la máxima potencia. Que decir de la descripción del paisaje precioso de la zona de los cármenes lugares de magia embrujo.Gracias por hacerme sentir de esta manera al leerte.Espero el otro con ansiedad.Espero tarde menos que este

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  3. Me encanta lo que cuentas, la música y el bello cuadro...

    delicioso.

    Un saludo

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  4. muy buena descripción y muy armonioso engarce de las frases, se respira el ambiente que con precisión y delicadeza recreas, Inés.
    saludos blogueros

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