20.10.11

* Granada ( final ) *



La curiosidad de los enamorados fue asaltada por las cuerdas de una guitarra, siguiendo la señal de sus notas rítmicas y se acercaron a una antigua bodega, reconvertida en una especie de taberna familiar.
Quisieron contemplar de cerca quien era el que rasgaba aquella guitarra con tal sentimiento, la tentación les pudo y pasaron dentro.
Un grupo de hombres mayores que conversaban de sus cosas rodeando a un tonel de madera de roble blanco, interrumpieron su charla y sus vinos, mirando con interés a estos dos turistas curiosos. 
Acto seguido, presentaron sus respetos a la dama, con sus sombreros de ala ancha en la mano,  a modo de saludo respetuoso y muy andaluz.
Del interior de una cocina salía un aroma a pescaíto frito que inundaba la bodega. 
Era la hora propicia para probar las excelencias del lugar y a una indicación al camarero, la pareja invitó a los presentes a una ronda de vino de la tierra, con su tapa de fritura recién hecha.
Las maneras y la cordialidad de los enamorados no encontraron dificultad  alguna para integrarse en el cante y en la conversación de los lugareños. 
Ella quiso pasar a la cocina, a felicitar a la cocinera y esposa del tabernero, por el punto primoroso que le había dado al pescado.
El ambiente era amistoso y alegre y varias rondas de vino borraron los pocos reparos que tenía la mujer para bailar un poco de flamenco.
La tabernera salió de la cocina  con más tapas, las colocó en la  mesa y se sentó con el grupo.
Animó a la pareja a bailar un poco al son de la guitarra, tiró del brazo de la joven mujer y aún con su edad y su gordura, la cocinera se empeñó en enseñarle algunos pasos de flamenco, con el afán de que ella lo intentara.
Incluso el viejo guitarrista alardeó de su destreza y quiso que ella  se fijara, sin soltar la guitarra de sus manos.
Debió oírse en la calle el buen ambiente que reinaba en la taberna, pronto se unieron al grupo unos niños curiosos que jugaban fuera y con toda naturalidad, unos tocaron palmas y las niñas pasaron a bailar como si fueran bailaoras de un tablao flamenco.
A ella le encantaban los niños y se unió a ellos, se cogieron todos de las manos y  unos y otra formaron un corro, entre risas al son de los compases. 
Giraban y giraban sin cesar al son de la música, en medio de un ambiente alegre y más vecinos se asomaron, queriendo  compartir el espectáculo improvisado con ellos.
Ella se veía radiante, quizá el vino tuvo algo que ver y cantó con los niños las canciones típicas del lugar, con la complicidad del guitarrista.
Él no había podido imaginar tanto desparpajo con el flamenco en su amada, al menos hasta ese día, seguía sorprendiéndole siempre con algún registro nuevo y la miraba embelesado entre palmas y risas.
Ella improvisó unos pasos acercándose a su hombre, bailó ahora sólo para él, su  gran amor. 
Le besó con intensidad los labios y acabó el baile con un abrazo profundo entre los dos enamorados, que arrancó de los presentes una ovación emocionada. 
Llegó la hora del adiós, agradecieron tanta hospitalidad y la pareja se despidió con mucho afecto de todos , llevándose con ellos un recuerdo entrañable del improvisado cuadro flamenco.
Era ya de noche y las antiguas farolas encendidas dieron el aviso a la pareja de que era una buena hora para regresar al hotel y descansar de tantas emociones.
Aquella visita a Granada fue inolvidable, serena en momentos, sencilla en sus gentes y mágica en su conjunto.
Fue cálida en su mañana de sol, conocieron gente cariñosa y humilde, se recrearon en sus paisajes de ensueño y alimentaron su ternura como dos adolescentes. 
Guardaron estos dos enamorados en su corazón, junto a tantos otros recuerdos bellos, aquella visita imborrable a Granada.
Esta ilustre ciudad andaluza se quedó con un pedacito del corazón de estos enamorados, siempre lo hace.




                                                            

                                                                     


5 comentarios:

  1. Delicioso final para un relato genial.
    Mis felicitaciones.
    Salvador

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  2. Bonita narrativa y preciosa imagen,
    un placer leerte Inés.
    que tengas un bonito fin de semana.
    un abrazo.

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  3. Muy bonito relato , me quede leyendolo , me ha gustado muchisimo gracias por compartir , me quedo comos eguidora de tu blog, un abrazo desde Bolivia

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  4. No he podido leerlos, la semana que viene ya me pondré al día (y sí, te contaré mis desventuras para que nos riamos).

    Besos, guapa.

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  5. Nunca ponderaré las sensaciones que me embargan al leerte.Es un torrente de sensaciones,sentimientos.Me haces leer,reflexionar,aprender,sentir. En fin algo maravilloso a través de tus escritos. Gracias por ser y estar

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