4.1.11

* No somos nadie *

Hoy estoy algo triste, con una sensación de vacío y mis ojos se humedecen por detrás.
No son ganas de llorar las que tengo, pero tampoco me apetece sonreir.
Quizá de suspirar y repetirme una y otra vez lo corta que es la vida y lo difícil que la hacemos, cuando nos empeñamos en ello.
Las ocasiones que dejé pasar, por postponer  a un mejor momento, que nunca era el adecuado.
Las cosas que no hice, ocupada como estaba en menesteres, entonces importantes, hoy nimiedades.
Palabras que dejé sin pronunciar, por orgullo.
Perdones que debí pedir con humildad y que no verbalicé.

Desde esta tarde, pienso en el ataúd caoba brillante, presidiendo un acto de muertos, que me tenía hipnotizada con sus destellos.
Descansaba sobre unos soportes de hierro forjado, en medio del silencio de quienes despedían al amigo, que lo ocupaba hacía unas horas.
Muchos rostros compungidos por su muerte y en medio de todos, yo.
Una agonía lenta pintó sus últimos días su rostro pálido y doliente, sabiendo que su vida se apagaba como una vela de cera.
Aguantó lo suficiente, mientras esperaba a su mejor amigo, con el que había decidido despedirse de este mundo.
Quiso que su último aliento fuera a su lado, cerrar los ojos lentamente y no sentir ya dolor alguno, en su cansado cuerpo.
Una leve sonrisa en su cara, sin hálito ya, dió muestra de su paz de espíritu y su ejemplar vida, como ser humano.
Quienes acompañaron sus últimos minutos, estaban preparados para dejarlo ir en paz.
Su esposa, su amigo y sus hijas.
No lo conocí en persona, sí a su hija, amiga mía.
La forma de hablar de su amigo me estremeció sobremanera, con tanto elogio en su paso por la vida.
Me pregunté a mi misma, en medio del panegírico al difunto, cómo sería mi muerte.
Cuánta gente me lloraría y qué sentiría yo, cuando el momento del final se acercara.
No tuve respuestas, pero sí paz interior, la que se respiraba en aquel recinto entristecido.

Somos tan poca cosa y nos creemos que somos tanto, que nos olvidamos de hacer mucho por otros y se nos va la vida en quejas y egoísmos.

No somos nadie y en nada nos convertimos cuando ya no somos, ni estamos.

2 comentarios:

  1. Somos como cada uno queremos mostrarnos.
    A veces, aparentando compasión o misericordia por los demás.
    Otras olvidando ser realmente personas humanas con aciertos o equivocaciones.
    Y las otras aparentando unos sentimientos ficticios, para hacer el paripé ante los demás, y conformarnos a nosotros mismos.
    ¡Cruda realidad!

    ResponderEliminar
  2. No comparto en absoluto tu comentario.
    No entendiste nada.
    Jamás aparenté nada, además quien no da la cara, no tiene credibilidad ante mí. Sé valiente y firma de frente y no te escondas.
    Espero respuesta. Te lanzo el guante.

    ResponderEliminar