25.1.11

* Sólo *

* Sólo, mi perro *
Tú, Sólo, no tienes una historia de película de Disney, ni tienes pedigree reconocido.
No eres la envidia de barrio, cuando caminas a mi lado, olisqueándolo todo, con tu hocico curioso.
No tienes una voz como la mía, para decirme qué necesitas, pero nos entendemos con la mirada, sin palabras.
Tienes tu carácter, algo especial e independiente, sí. Pero sé que me cuidas siempre, a tu manera de perro, la que aprendiste en tu hogar, nuestro hogar.
Llevas ya siete años con nosotros, desde aquel primero, cuando decidimos adoptarte.
Un ilógico e irrefrenable arranque de tener una mascota, me llevó a buscar un cómplice en la familia, mi hijo mediano.
Fuimos en autobús a elegirte, entre una veintena de perros, que ladraban sin cesar en una perrera municipal.
Quisimos mi hijo y yo, empezar una historia  con un perro, desde el principio casi de su existencia, sin saber que estabas en algún rincón, esperando ser recogido.
Miramos con más gente, jaulas y más jaulas, de canes ya crecidos, ladrando sin cesar, con el hocico pegado a los barrotes.
Me preocupaba no saber la historia  pasada que tenía cada uno de ellos, antes de ser "recogidos" de la calle y por tanto, pensamos que era mejor  elegir un cachorro que un adulto.
Se lo comenté a la encargada, que mostraba poco interés en convencernos sobre alguno en particular.
No parecía estar muy contenta aquella mañana y se mostraba seria o preocupada por algo que no supe adivinar.
Y me llevó al rato, a un acotado sin jaula, encharcado de agua y barro, posiblemente por una reciente ducha que propinó  a golpe de manguera, a dos cachorritos negruzcos, que tiritaban de frío, en pleno Noviembre.
Mi mirada se centró de inmediato, en uno de ellos recogido en un ovillo en un rincón.
Me atraparon sus ojos negros como el azabache y murmuré dos  palabras :
_ " Está solito ".
Hice saber a la muchacha que quería aquel perrito. Mi decisión estaba tomada ya.
Una señora que estaba a mi lado, comentó:
 _" Yo quiero el otro, el que está a su lado ".
Ella, se llevó la hembra, Holy, y yo, un macho, sucio, algo maloliente y negro como el carbón.
Pesaba muy poco, eso me sorprendió curiosamente. Lo limpiamos como pudimos, firmamos nuestro compromiso formal de cuidarlo y nos lo trajimos a casa.
Fue todo un acontecimiento familiar, que marcó un antes y un  después en nuestra vida.
Le habilitamos una cajita de cartón en la cocina, para sus sueñecitos, sobre una toalla usada.
No le gustaba estar dentro de ella, lloraba y gemía sin descanso, cuando era la hora de meterlo, para nuestro descanso nocturno.
Optamos por ponerle la cajita en la entrada, así nos veía pasar a los habitaciones, pero "Sólo" tenía un problema, tenía miedo y no quería estar solo, nunca.
Necesitaba compañía y por fin lo entendimos, que no era para unos ratos, sino para siempre.
Consiguió lo que quería, estar siempre cerca de nosotros, de día y de noche.
Fue creciendo sano y fuerte.
Su pelo negro de cachorro, desapareció por completo, ahora es rubio, con los mismos ojos negros de Platero y yo. Únicamente conservó el pelo negro en los extremos de sus orejas caídas.
Sigue sin gustarle estar solo y llora mucho si tengo que ausentarme y no queda nadie en casa.
Me hace mucha compañía cuando dormita a mi lado, como ahora, respirando pausadamente. Siempre me sigue donde yo esté.
Pide poco cada día, tres paseos  al aire libre, alimento canino y compañía familiar.
El resto del día, o bien duerme enroscado en un cojín, o es maestro de ceremonias de quien llama a mi puerta.
Es un guardián excelente y ladra si se acercan desconocidos que no le inspiran confianza alguna.
Distingue claramente cuando uno de nosotros, busca las llaves del portal y se prepara en la puerta impaciente, para darle su recibimiento especial.
¡Qué cosas, le llamé Sólo y es tanto para mi!.
Es mi perro fiel y lo adoro.

2 comentarios:

  1. Los perros, al menos los que yo he tenido, suelen ser mejores que muchas de las personas con las que nos relacionamos.

    Para ellos no caben dobleces, te quieren porque sí y te lo demuestran cada día.

    El último que tuve y que ya tenía 10 años murió hace casi un año, atropellado por un coche. Nunca olvidaré ni su mirada, ni su forma de actuar ni sus besos que, en su caso, eran lametones en el cuello.

    Me has traido recuerdos muy bonitos.

    Besos

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  2. Peluza, es su nombre, mascota de mi hija, pero en realidad la siento como una segunda hija, ya que soy quien la alimenta, conversa y pasa mas tiempo con ella.. en fin que lo hago con mucho amor y cuando los sentimientos son verdaderos y desinteresados, no existe quien da o quien recibe amor... a veces pienso que somos nosotros las mascotas de peluza.
    Gracias por compartir tu blog, y tus cosas con nosotros.
    un abrazo

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