4.4.11

* Mediodía * ( 6 )

Tomaron ese café, uno frente al otro, hablando sonrientes como si se conocieran de toda la vida.
Él le contó el motivo de la visita a la ciudad. La decisión de quedarse, la tomó a última hora del viernes. Descansar dos días o tres,  puesto que ya no había urgencia de nada.
Parar el mundo por un rato, pasear y conocer un poco esa ciudad.
No buscaba nada en concreto, nadie le esperaba, sólo revisar algún detalle, de unas gestiones conclusas, pero estaba realmente cansado y  podía permitirse el lujo de alojarse en cualquier hotel, en el centro de la ciudad.
Y ella le escuchaba, embelesada en sus ojos de cielo, su voz le omnubilaba y le sedaba el alma.
Abandonó su mirada luego, en los labios de aquel hombre, sentado frente a ella, sin más prisa que la siguiente palabra o un ademán de algo nuevo.
Él intento adivinar a través de sus palabras , con discreción, la suerte de tan bella mujer. Si vivía cerca, si le esperaba alguien,  si tenía  tiempo libre en la mañana casi extinta.
En un momento dado, se dijeron entre risas que ni siquiera se habían presentado y se dieron el nombre el uno al otro.
Él pensó un momento que, Celia, era el nombre exacto que definía  a esa mujer, que le miraba detrás de los ojos.
Ella,  deletreó en silencio el de él, con la suavidad de una pluma al caer en el aire, Tomás.
Acordaron  comer juntos y alargar un poco más, aquel encuentro tan fortuito, en cualquier parte.
Estaban muy a gusto  y eso se notaba, sus rostros parecían tener una luz especial.
Pagó Tomás por cortesía, la consumición de ambos y abandonaron el bar, uno al lado del otro, calle arriba.
Celia quiso llevarle a su rincón favorito, no muy lejos de allí, obedeciendo al impulso de respirar aire puro, antes de la comida.
Caminaron despacio, entre risas a un gran parque, por el que ella tenía costumbre pasear o leer en un banco, cuando podía.
Daba gusto ver las flores tan lozanas, de mil colores. Los setos  y árboles habían sido arreglados con mimo, recientemente.
Los niños jugaban sin preocupaciones de horarios, cerca de sus madres, en un arenal con sus cubos y palas.
Y ellos dos, ajenos a todo este paisaje, pero inmersos en el embrujo del paseo, se sentían felices juntos.
Se sentaron en el césped, como dos adolescentes, lejos del bullicio de la gente.
Ella le dijo que, muchas veces se tumbaba allí mismo, contemplaba la magia de las nubes pasar y sentía una paz inmensa. Y se tumbaron ambos, a mirarlas una a una y adivinar algo entre  sus formas caprichosas.
Un rayo de sol travieso, tuvo la culpa de pararse en la cara de Celia y de pronto, él quiso tocarlo y retenerlo.
Deslizó un dedo por su mejilla, en un acto de ternura y sintió unas ganas locas de besarla.
Murmuró, casi sin aliento su nombre: - Celia...
Ella sonrió y mantuvo en silencio su mirada inquieta, en la de Tomás.
Él tomó sus manos temblorosas y las besó con suavidad, mientras seguía fascinado por aquella sensación tan dulce como nueva, en su interior.
Era un dolor almibarado, que atravesaba la espina dorsal, hasta su nuca. Una opresión suave latía en su pecho, parecida al desconsuelo, dispuesta a morir en su garganta.
Semejaban los ojos de Celia, a la inmensidad de un amanecer tranquilo, sentado al borde del mar.
Y sintió quererla ya, ¡tan pronto!, con tanta intensidad, pero no dijo nada.
Tuvo que rendirse ante sí mismo y sus principios férreos, cedieron el puesto al impulso naciente en su pecho.
Sin permiso, ni duda alguna, Tomás rompió su norma y besó suavemente  los labios aterciopelados de Celia.

Continuará...






5 comentarios:

  1. Ay, qué imagen más bonita del inicio de un amor en primavera estás proyectando con este relato.

    Besos

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  2. La historia se va poniendo cada vez más interesante.
    Además a mi al menos me hace evocar, un idilio juvenil que tuve y que jamás olvidé.
    Narras fantástico...
    Un beso
    Scarlet2807

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  3. La verdad es que se percibe una sensación placentera, cuando uno se deja caer en su sofá,en las postreras horas que el día mantiene aún a plazo fijo con el calendario. Y, después de teclear, las más de las veces sin más ánimo que el justo y necesario, distintas páginas virtuales, alcanzo a pulsar una tras otra las letras que me conducen aquí.
    Más que letras, se engarza en mi interior una amalgama de sensaciones relajantes, de emociones diversas, de percepciones delicadas las más de las veces, cuando mis ojos recorren tus narraciones.
    Y me suelo ir a descansar reconfortado y agradecido por el regalo que nos dejas.

    Saludos de satisfacción Inés.

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  4. Mira continua ya, necesito terminarla, y veras por que. Ayer empece a lerlo y no pude seguir por eso igual yo lo lei pero no se donde

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  5. Inés
    ¿Qué ocurre contigo? ¿que desapareces?
    Guapa al menos dí que estás bien
    Un beso, Scarlet2807

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