13.4.11

* Mediodía * ( 8 )

Tomás se disculpó, en el saloncito, con Celia y entró a lavarse las manos al baño anexo, incorporado en el dormitorio de la suite.
Pudo haberlo hecho en el otro, entrando a la derecha,  pero pensó que Celia podría necesitar cepillarse el pelo o refrescarse la cara y optó por el que en realidad él usaba, en su ocasional viaje.
Se enjabonó las manos y aspiró el perfume tan delicado de la espuma entre sus dedos, mientras las burbujas se deshacían. Le recordaba al jabón de su casa, con aroma a lavanda floral, mezclada con verbena monarca y una sensación de ternura le invadió pensando en su querida madre. La adoraba por encima de cualquier mujer.
Ella luchó y trabajó tanto por él en su juventud, para que fuera un hombre de provecho, que nunca podría agradecerle suficientemente su  ímprobo esfuerzo.
Aquella mañana no le había llamado por las prisas, como tantas otras veces le ocurría, pensó en hacerlo en ese momento y decirle que pronto volvería, para que se quedara tranquila.
Celia había conseguido sin quererlo, desde que él la viera, sola en aquel bar, que se olvidara de telefonearla.
La llamada fué breve, como de costumbre, sonreía con las recomendaciones habituales de su  amorosa madre, mientras se despedía de ella y  no debía hacer esperar a Celia,  que le aguardaba en el saloncito.
Se cambió la camisa rápidamente  por una similar, para estar más presentable. Era en él una costumbre necesitar esa sensación de limpieza en su ropa, sin caer manías.
Salió por fin a la vista de Celia  y ella alzó la vista sonriente, dejó en la coqueta mesita estilo francés Luis XIV, la  revista del hotel, cuando Tomás le dijo: - Ya estoy contigo, ¿ tardé mucho, Celia?.
Ella negó con la cabeza y comentó que no se  había dado cuenta de ese detalle.
Le propuso Tomás pedir  la comida y le preguntó si quería algo especial, para el refrigerio.
Celia se volvió a reir y le dijo: - Pide lo que quieras, aunque como poco, me gusta todo, no te preocupes.
Tomás cogió el inalámbrico del hotel y encargó al cocinero una comida ligera, fruta y una botella de champagne Chandon cuvee reserve pinot noir.
Ella le hizo un gesto cómplice, de pasar un momento al baño también, mientras él hablaba  por teléfono con  cocina.
Se contempló en el espejo, mientras se secaba delicadamente la cara, con una de las toallas de lino, que había plegadas y dispuestas, en la encimera de mármol veteado, en  tonos rosa y gris, del lavabo.
Celia estaba ligeramente alterada, por el momento que podría llegar, ¿Y si él la besaba de nuevo?, ¡besaba tan tiernamente!.
Se dijo a sí misma, suspirando profundamente, que debía apaciguar su inquietud, aún no sabiendo con certeza si estaba preparada para aquella aventura, que vivía con suma intensidad.

Continuará ...



2 comentarios:

  1. Es un delicia leerte, lo estás narrando con tanto lujo de detalles que te metes en situación y estás ahí, viendo la escena.

    Besos

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  2. ES ESPECTALUCULAR AMO DELICADEZA Y MAS. bESOS

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