9.8.11

* Arena *





Todavía corren por el maletero del coche algunos granos de arena, como recuerdo de mi último  y reciente viaje a una playa española y echo de menos aquellos días tan dulces y distintos.

No habíamos hecho planes todavía, curiosamente.
Me cuesta elegir un punto de la geografía española como conveniente y una ocasión única  se presentó de repente, como llovida del cielo.
Debía decidir deprisa, sin pararme a pensar en esos pequeños detalles que gusto conocer, me dejé llevar por el momento y acepté la propuesta.
Considerando que  no están los tiempos para grandes viajes, iniciamos con ilusión ese viaje de recreo, sin mapas, ni planes preestablecidos y pensando sólo en disfrutar y descansar.
No soy exigente cuando instalo en la playa mi sombrilla vistosa, junto a mi hamaca y mis cosas, pero no me gustan las aglomeraciones, ni los gritos, ni las personas que estropean el día a tu alrededor.
Tampoco siento la necesidad de elegir al azar gente para conversar y pasar mejor mis días.
Voy a mi aire, siempre y disfruto lo que la naturaleza me ofrece, como alternativa merecida al cansancio del invierno.
Son días contados y hay que aprovecharlos plenamente y exprimirlos como una naranja.
Visitar y conocer las propuestas de la historia y costumbres de esa localidad, forma parte de mis vacaciones y procuro no pasar ni una hora tendida al sol, como un lagarto, sin hacer nada más.
Disfruto, por el contrario en una sombra preparada a mi gusto, leyendo historias variopintas, mientras el rumor del mar está de fondo trayendo y llevando olas sin cansarse.
Desconecto literalmente del mundo y viajo por las páginas desde el comienzo de mi libro, hasta el punto final. Sin prisas, saboreando cada párrafo, sin perder detalle alguno.
Aprovecho, cómo no, los momentos que decido  pasear por la orilla del mar , sintiendo como me acogen las olas y me envuelven con su frescura.
Vivo a fondo los días de playa, aguanto la arena que se pega a mis tobillos y aspiro la brisa fresca que ensancha mi pecho, cuando ando sin más.
Sonrío mucho más y protesto mucho menos.
La arena  recalcitrante me sigue hasta  mi casa, se pega  a mis hamacas, para que no me olvide de ella.
En verano hay que descansar y ser mucho más feliz, olvidar los problemas y cuidar los amigos.

Volveré arena a tu mar, no lo dudes, siempre vuelvo y tu te alegras.






4 comentarios:

  1. Yo también odio las aglomeraciones y las conversaciones forzadas que, casi invariablemente, suelen empezar con el tiempo.

    Una playa con mucha gente es como tener extraños en la bañera de tu casa, no lo soporto.

    Besos

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  2. Hasta lo mas sencillo lo haces seductor ¿cómo lo haces?. Que magia empleas para que las palabras tomen la forma y signficado que quieres darles Lo cotidiano, lo haces maravilloso,eas admirable . Inéds por favor te pediria un ruego¡ no cambies,no ceses de escribir. Hay gente que se alimenta de ello y lo busca

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  3. Me gusta alejarme de la orilla y adentrarme un poco màs alla ,y mirar hacia el horizonte recibiendo las caricias de las olas.
    Me gusta caminar descalza ,por la orilla sin pensar en nada ,solo escuchar el sonido del mar inmenso.
    No hay nada màs relajante que buscar un recondito paisaje ,sin tumultos ni aglomeraciones ¡¡¡Como te entiendo amiga¡¡¡ con tus letras ( como solo tu sabes hacerlo ), has descrito mis pensamientos.
    Besosssss

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  4. Totalemnte de acuerdo,no me gistan las aglomeraciones, me encanta levantarme temprano y caminar con los pies en la orilla del agua aún fresquita de la mañana y, cuendo emnpieza a llegar la gente, si puedo, me escapo con mi barquito.
    En caso de no salir, en la terraza del apartamento (o en el mismo barco, un poco alejado de la costa) tener a mano un buen libro para disfrutar de la lectura mecido por el suave movimiento de las olas o simplemente al fresco de la la brisa del mar en silencio es uno de esos pequeños placeres dificiles de describir pero maravillosos de sentir.
    UN saludo.
    Salvador

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