27.5.11

* Felicidad *


Desde donde mi memoria alcanza a recordar, cada día de todos, busco el color y las sonrisas  que tiene  mi alma y ordeno los detalles de mis sensaciones, esas que confieren un tono preciso, para sentir como siento.
Abandoné hace mucho ya el ejercicio de demostrar al mundo lo que soy, lo que pienso y lo que valgo, para ganarme su respeto y sus afectos, sabiendo como sé que no puedo gustar, a todo aquel que me supone o cree conocerme.
Siempre busqué la cara de la felicidad,  quise conocerla, sentirla y paladearla, inundarme con su presencia y energías.
La tanteé despacio en mil rincones, uno a uno, deshechando aquellos que eran sólo tiempo y esfuerzo baldíos.
Traté de verla reflejada en miradas distintas, que íban pasando por mi vida, despacio o deprisa.
Cada una de ellas, me daba una pequeña idea de cómo y por qué podían contener esa felicidad que yo advertía.
Supe que, lo importante de todo, no es tener muchas cosas, sino sentir el afecto como propio.
Vale más, mucho más, que cualquier tesoro.
No era buscar en caminos infinitos algo idílico, sino justo dentro de mí , en el centro de mi propio alma.
Y tomé así  las riendas de mi camino, todavía sin la destreza necesaria como para saber cuántas quejas propias tendría que mandar callarse y continuar mi búsqueda.
Sorteé trances que no me gustaron, me alejé de ellos y se quedaron en el pozo del olvido.
Pude elegir y elegí entre amar o dolerme, por los que no correspondían  a mi cariño y me liberé de la nostalgia que ensombrecía mis días.
Tomé en mis manos un ramillete de esperanza, perfumado de empeño y violetas y lo prendí como insignia, en mi presente.
Decidí rodearme de días buenos, con pensamientos  coloridos y entusiastas.
Me sentí más viva que nunca.
Mirarme más  a menudo  al espejo de mí misma y trabajar esos destellos, que me hacen ser bella interiormente.
Fijarme en pequeños detalles de personas y cosas de mi entorno:  hermosos, sencillos, distintos, justos, amables, acogedores. Todos ellos estuvieron siempre a la espera para mi disfrute y aprendizaje, a fuego lento.
Resolví despedir los rencores que  curaban silenciosos en mi alma y perdonar, de una vez y para siempre.
Fuí comprendiendo lentamente  a mucha gente, con sus sombras y sus luces.
Y caí en la cuenta  que mi propia felicidad,  no es un estado idílico, sino un camino.
Me propuse seriamente seguir esa senda día a día, sin prisas, con generosidad  y alegría.
Tratar de compartirlo con quien lo necesitara, si podía ser útil y tender mi mano.
Regalar mi mejor sonrisa de mi alma y continuar mi propia etapa, en la que estoy y la que quiero.
Soy libre y quiero ser feliz cada día.
Éste es mi camino y mi tesoro, el de la felicidad.




5 comentarios:

  1. Es el mejor camino que podias haber elegido, querida Inés. Yo creo que no hay nada mejor que ser nosotros mismos, con nuestras virtudes y defectos, y quien nos quiere que lo haga por ser como somos y quien nos rechaza pues..."es su problema". Y una cosa sí que tengo muy clara y es que jamás seré quien otros quieran que sea y que me gusto como soy.

    Besos

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  2. Es muy facil que encuentres todo eso que anhelas ..tienes mucho que ofrecer

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  3. Hola Inés: Vengo para devolverte tu visita a mi orilla.
    Es muy coqueto este blog, muy adornado y completo.
    Veo en tus escritos mucho romanticismo, mucha sensibilidad; en definitiva mucha ternura, amor, calor, humanidad y sentimientos. Por tanto, creo que serás una mujer encantadora llena de sueños que se convertirán, poco a poco, en realidad.
    Bueno, ya sabemos donde estamos. Es cuestión de pasar de vez en cuando y disfrutar con lo que colgamos.
    Un abrazo de Mos desde mi orilla.

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  4. Ufff ! ¡ La felicidad !. Es algo tan difícil de definir, que es muy fácil no saber de qué hablamos. La mejor señal de que algo o alguien nos hace sentir bien, es cuando su ausencia nos produce melancolía. ¿ Será eso la felicidad ?. Muy probablemente.

    Tantas felicidades hay como alegrías. ¿ O tantas felicidades hubo si tanta tristeza nos arrastra ?.

    La futilidad de la felicidad o de aquello que puntualmente nos alegra es, probablemente, su característica fundamental.

    Quizás una pompa de jabón, sea como la felicidad. Delicada. Limitada. Efímera. Al estallar nos trae el desencanto. Así, aquello que nos produce contento, si nos abandona, nos acarrea desasosiego cuando menos o incluso, un desgarro en el alma.

    Búsqueda. Felicidad. Pensamiento. Camino. Compartir. Tu mano. Sonrisa. Palabras todas que figuran en tu escrito y que se resumen en una sola, compañía. Tu compañía. Si buscamos felicidad, pensemos y compartamos el camino que nos lleva. Tu mano, la mía y la de otra gente. Una sonrisa colectiva. Un sentimiento. No andarán los pasos de la felicidad muy lejanos.

    Saludos compartidos Inés.

    Natalie Merchant con My Skin, es una compañía deseable y sensible.

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  5. Sea lo que sea ,siempre hay que buscar lo que verdaderamente nos hace felices , compartir con los demás ,el aroma de las flores ,la lectura de un libro ¡¡¡que màs da¡¡¡, el caso es vivir cada momento como queremos vivirlo siendo y buscando siempre la felicidad .
    Besosss.

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