16.11.10

* Mis gorrioncillos *

El silencio de esta mañana apremia tiernamente, a tenues rayos de sol, colándose entre las deshilachadas nubes, que lo ocultan y mece mi despertar primero.
Mis gorriones sacudieron sus alitas hace rato, iniciando vuelo y destino debajo de mi ventana.
A saltitos en el suelo, buscan ávidos el pan que prefieren. Hay para todos, aunque el líder tome el mando y sacie su apetito, primero que nadie.
Los otros picotean a su alrededor, alguna migaja perdida, mirando de reojo, sin perder detalle alguno de sus movimentos altaneros.
Esperan pacientes a que levante el vuelo, el que manda por derecho.
Llevarán en sus picos alimento a sus nidos, en vuelo apresurado, pues sus frágiles polluelos aguardan gritando apetito y desconsuelo.
Van y vuelven alocados, con aleteos sinuosos, mientras quede pan y apetencia y ninguna paloma intrusa, los haga desaparecer, con su presencia inesperada.
Siguen piando, sí, con trino distinto ya.
Afinan sus gargantas al cielo, modulando compases y tempos enamorados.
Esponjan sus plumas suaves, embellecen su liviana estampa, agudizando su armonía, para la hembra silente, que se convence despacio.
Satisfechos y felices, cantan, en su vida placentera y libre, a mis ojos y a mi juicio.
Cuando saltan tan menudos ellos, de rama en rama, buscan el sitio adecuado y gorjean con delirio, en cortejo matutino a su hembra favorita.

Gorrioncillos de mis mañanas bellas, en las que te pienso, lo sabes bien.
Mañanas en las que te extraño y en las que me miras desde tus silencios, lo sé.
Mañanas en las que te quiero, todo, desde la primera contigo.

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