31.3.11

* Mediodía * ( 4 )

Sentada como aún estaba, la luz amarillenta del sol, se colaba por la ventana entreabierta del bar, estrellándose en el brillo de la mesa de mármol rosa.
El reflejo de aquel fulgor parecía no querer morir y  se rebelaba  iluminando el rostro de aquella mujer, confiriéndole un semblante casi celestial.
Se sintió observada y un estremecimiento recorrió su espalda, obligándola  a salir de su  ensimismada actitud de aquel mediodía.
Buscó con su mirada quien la examinaba de aquel modo, desde la barra y se topó con unos ojos claros que no cesaban de observarla, mientras mordisqueaba un trozo de bollo de leche .
De cuando en cuando, el hombre cambiaba su postura, sentado en la banqueta alta, pero se le notaba  algo interesado en ella. Parecía como si la conociera de otro lugar o la hubiera visto anteriormente.
La mujer estaba bien segura de que, para ella, era un extraño y no caería en la tentación de ir y preguntarle quien era y por qué le miraba con ese descaro.
Que tuviera esa mirada tan subyugante, no le daba derecho a nada, pero era como un imán que la atrapaba y no pudo evitar mirarle un poco más.
Se sintió como una adolescente inexperta, en un momento dado y cuando él avanzó hacia ella, pensó "morirse" y aguantó como pudo un temblor inusitado en sus rodillas.
Respiró profundamente y trató de relajarse interiormente irguiendo su espalda, pero no dominaba esta situación.
Preparó con urgencia un rictus casi relajado, para saber qué podría querer ese hombre, que se acercaba  despacio a su mesa.
Se dirigió a ella, con una sonrisa que le desarmó completamente y sintió  la mujer que el bar, de pronto, se volvía transparente y desaparecía de su vista.
Sólos los dos,  la silueta del hombre, al trasluz  y ella, antes de la primera palabra.
Esperó inmóvil en su asiento, casi paralizada por la situación nueva para ella.
Él había ído hacia la mujer y lo lógico era mirarle, sí, pero nada más.
Parecía flotar como una pluma ante aquel hombre.
Su sonrisa era tan perfecta, que se embelesó en sus labios esperando su voz.
_ Señorita, si es tan amable, ¿ha terminado de leer el periódico, por favor?.
Ella quiso responderle,  pero no fué capaz. Un nudo en la garganta  secuestró su  respuesta.
Suspiró con disimulo, tomó el periódico de la mesa y se lo entregó, mientras contemplaba sus manos perfectamente cuidadas.

No podía aguantar la mirada de aquel hombre, por primera vez en su vida, no controlaba nada.

Continuará...










 


3 comentarios:

  1. Qué rabia, oye, bien podía haberla invitado a otro café.

    Besos

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  2. Caray, que situacion para ambos, seamos reales, falta un poquito chispa. un abrazo

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  3. Inés:
    Si el tipo es como el de la foto y solo se acerca para pedirme el periódico. No duermo en toda la noche de rabia...
    jajajajajajjaja.
    Un beso guapa
    Scarlet2807
    PD: Me gusta mucho como relatas, metes a tus lectores, dentroi de la historia

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